La negociación de la investidura deja a Sánchez atrapado entre las dos principales fuerzas independentistas, cuyo choque alimenta un nuevo ‘procés’
NotMid 06/11/2023
EDITORIAL
Además de establecer una ruptura de la igualdad entre los españoles y transigir con la idea de Cataluña como sujeto político, el acuerdo entre PSOE y ERC, y la reacción al mismo por parte de Carles Puigdemont, evidencia que la pugna por la hegemonía en el espacio secesionista anticipa un escenario de chantaje permanente en caso de que Pedro Sánchez forme Gobierno. A pesar de las cesiones del PSOE, incluida una amnistía que abarcará delitos de terrorismo y corrupción, el enfrentamiento entre las dos principales fuerzas independentistas sigue complicando a estas horas la negociación. Ello permite vislumbrar un mandato marcado por la permanente condicionalidad que impongan ERC y Junts, siglas que se encuentran en abierta pugna política y electoral.
Aunque el PSOE pretendía abrochar ya la investidura, Puigdemont decidió dilatar el pacto. La clave que explica esta posición, que desnuda la debilidad de Sánchez, estriba en la necesidad que tiene Junts de encarecer el precio de la investidura tras el acuerdo que rubricaron Félix Bolaños y Oriol Junqueras. Durante la legislatura pasada, Junts no ocultó su rechazo a la inclinación pactista de ERC, sostén del Gobierno de coalición. Ni los indultos ni la reforma del Código Penal mitigaron las críticas a Esquerra del ex presidente catalán. Ese marco quedó pulverizado el jueves, cuando Junqueras arrancó al PSOE una quita del 20% de la deuda catalana por valor de 15.000 millones de euros, un mediador que verificará el cumplimiento de los pactos y la posibilidad de abordar un referéndum en la «mesa de diálogo».
Junts pretende orillar a ERC y expulsarla del poder aprovechando su posición de fuerza ante Sánchez. Por eso, tratará de imponer al presidente una descalificación general del sistema judicial español y una hoja de ruta que lo mantenga cautivo durante cuatro años. Y, tal como han dejado claro tanto Puigdemont como Junqueras, la amnistía es solo un punto de partida que sienta las bases para un nuevo procés que desemboque en un referéndum de autodeterminación.
Todo ello abona un inquietante horizonte -avalado por la militancia del PSOE en una consulta que ha omitido la medida de gracia- consecuencia de la pulsión de poder de Sánchez, cuya concepción de la política y del modelo de país resulta incompatible con la España moderna, cívica y liberal que comparte la centralidad de sus ciudadanos. La exclusión de la derecha en una medida que nunca debería aplicarse sin el consenso social y político exigible cristaliza en una marea de movilizaciones, incluida la promovida ayer en Valencia por el PP, formación que, según el sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO que hoy publicamos, se dispararía en las urnas.
El atropello que planea Sánchez, además de alimentar la discordia, está dejando al Estado atrapado en manos de Puigdemont y Junqueras, lo que acarrea efectos sistémicos imprevisibles.