Es tan mentira que Pedro Sánchez se está forrando con los impuestos como que todo el dinero recaudado de los esforzados ciudadanos va destinado a pagar su educación o su sanidad.
NotMid 29/03/2022
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Aprecio sinceramente el escándalo de los literales, tan preocupados y responsables, pero si vamos a establecer una moratoria para la demagogia debería regir para todos. Es tan mentira que Pedro Sánchez se está forrando con los impuestos como que todo el dinero recaudado de los esforzados ciudadanos va destinado a pagar su educación o su sanidad. Este chantaje que hace elegir al ciudadano entre una fiscalidad confiscatoria y morir de un cáncer es una pedagogía tan perversa como la de quien confunde Gobierno y Estado, y así se ha demonizado el ahorro y el rigor fiscal, casi como si fueran el equivalente presupuestario a un homicidio imprudente.
La inflación no es un fenómeno meteorológico ni una catástrofe natural, es un impuesto cruel que dispara la recaudación del Estado en la misma medida en la que va empobreciendo al ciudadano. Esta confluencia diabólica es la que permite a los gobiernos disfrazarse de benefactor y repartir ayudas millonarias como un filántropo anfetamínico. La subvención, escandalizados literales, no es una política de bienestar sino un mero paliativo, que en casos tan preclaros como el del bono cultural adquiere un carácter insultante. Un ciudadano educado debe percibir como ofensivo que el Ejecutivo le devuelva a sus hijos una parte de lo que a él se le ha sustraido para que se lo gasten en lo que dicte el Gobierno.
La demagogia funciona como una de esas vagonetas de tracción manual, la estupidez de cada lado la va impulsando y la hace avanzar, pero la demagogia en realidad es una. Si Pedro Sánchez se forra es que provee y si provee es que se forra, así que dejen los bardos del pedretismo de escandalizarse cuando alguien decide compensar su entusiasmo con una demagogia análoga.
Hay una metáfora aviar con la que se suele callar la boca a quien demanda un poco de decoro presupuestario: el chocolate del loro. Ya que estamos explorando los límites literarios de la ornitología, lo cierto es que este es un Gobierno con más grasa que el hígado de una oca del Périgord, sólo que el producto de su hipertrofia no es suculento ni nutritivo, más bien aberrante. De onza en onza, el célebre lorito termina siendo un magnate del cacao que ni Willy Wonka, pero ni siquiera eso es lo importante, porque el decoro no tiene por qué solucionar nada concreto, lo único que hace es mejorar el clima, el ambiente, la convivencia, la salud social incluso. Da igual cuánto chocolate supone, es muy poco decoroso mantener 22 ministerios, ahora y siempre, pero especialmente en estas circunstancias.
ElMundo