El islamoizquierdismo español se distingue cada vez menos del islamofascismo internacional
NotMid 28/10/2023
OPINIÓN
IÑAKI ELLAKURÍA
Después de la incursión armada de Hamas en Israel, que provocó la mayor matanza de judíos en un solo día desde el Holocausto, el alto el fuego humanitario que la izquierda española y la extrema derecha -siempre en armonía contra la democracia liberal- regalaron a Israel apenas duró una semana y gracias. Un gesto de condescendencia temporal y, cómo no, sin que este produjera mayores muestras de apoyo popular que un par de manifestaciones en Madrid y Barcelona. Minoritarias, atemorizadas, casi clandestinas.
Esta tregua sobreentendida se mantuvo hasta que Israel ejerció su derecho a la defensa y respondió militarmente a lo que fue y es una acción de guerra: la invasión armada de su territorio por tierra, mar (como intentaron de nuevo esta semana) y aire. Desde ese momento, el islamoizquierdismo español, cada vez menos distinguible del islamofascismo internacional, se sintió legitimado para expresar su atávico odio al judío, actualizando los clichés criminales de los Protocolos de los Sabios de Sión para eliminar de la conversación pública todo matiz, la duda de la complejidad, y acusar a la democracia atacada de ser la única culpable. Sin que Díaz, Belarra y Montero, tres ministras, hayan condenado aún a la organización terrorista Hamas.
Junto al megáfono mediático, con corresponsales y presentadores estrella actuando de voceros del integrismo, en Barcelona y Madrid se han celebrado notables manifestaciones propalestinas, en las que se proclamaron lemas que llaman a la aniquilación del Israel -«desde el río hasta el mar»- y se llegaron a marcar negocios regentados por judíos. Una indignación que contrasta con la insignificancia de las ya olvidadas movilizaciones en apoyo a Ucrania, a las que asistían unos miles de ucranianos, letones, lituanos, estonios, bielorrusos. Y escasos españoles.
Es pertinente, por tanto, preguntarse por qué a nuestra concienciada izquierda política, civil y periodística le duelen más los muertos palestinos que los israelíes, ucranianos o armenios. Para concluir, al poco, que el conflicto palestino ofrece en apariencia los perfectos ingredientes -el malvado judío, el Satán norteamericano y el desamparado tercermundista- para agitar la permanente revolución de salón contra Occidente con la que quieren dotar de sentido su fracasado marxismo.
Aunque no deje de ser ilustrativo que el profundo antiamericanismo que distingue a la podemia se dé en las mentes más colonizadas -las suyas- por la tóxica excrecencia cultural de los campus yankis: la bobería Woke, los inquisitoriales Me too y Black Lives Matter, el autoritarismo Trans…
Hete aquí su íntima contradicción y su ridículo drama.