Si hay un objetivo justificado y legítimo para Kiev es el del presidente ruso
NotMid 06/05/2023
OPINIÓN
IÑAKI ELLARRURÍA
El supuesto ataque ucraniano con drones al Kremlin desprende un fuerte tufo a operación de falsa bandera rusa, esa que tanto gusta a Pablo Iglesias y su espía rubita, por lo inverosímil que resulta que unos teledirigidos llegaran hasta el protegido Moscú con la comodidad del cartero del Zar. Así como por su oportunismo: previo al 9 de mayo, tradicional festividad rusa del Día de la Victoria en la II Guerra Mundial -una nostalgia del pasado que solo encuentra en el presente humillación, incompetencia y derrota-, el “intento de asesinato a Putin” les permite justificar ante los suyos, con la patraña de la autodefensa, el terrorismo que practican en Ucrania, amén de venideras atrocidades.
El televisado show de los drones, aunque ridículo por su producción de serie Z, ha sido muy efectivo para el Kremlin, ya que insiste en señalar el que es el punto débil de Occidente: la incomodidad que les produce a muchos gobiernos, ya sea por miedo a la reacción de Moscú y/o la esperanza de que, cuando acabe, seguir haciendo negocios con Putin, que Ucrania pueda golpear con excesiva dureza a Rusia. Matar rusos sí, pero sin humillar y con precisión quirúrgica es la doctrina de la OTAN y Bruselas por la que se siguen resistiendo a suministrar a Kiev cazas y armas de largo alcance con las que barrer la criminal horda invasora.
Un tembleque occidental que Putin conoce tan bien como Zelenski, obligado a negar rápidamente la participación ucraniana en el episodio de la Plaza Roja: “Nosotros no atacamos a Putin ni a Moscú, solo luchamos en nuestro territorio, defendemos nuestros pueblos y ciudades”. Obviando, por prudencia, que a Ucrania, como país invadido y masacrado, le ampara la legitimidad moral e incluso el derecho para defenderse como considere oportuno -también en suelo ruso- con el fin de garantizar su supervivencia como pueblo soberano. Un escenario en el que no hay un objetivo militar más legítimo que Putin, quien debería acabar ante la Justicia internacional o como Bin Laden.
Albert Camus escribió en agosto de 1944, cuando era uno de los editorialistas de Combat durante la ocupación nazi de Francia, las siguientes líneas respecto a la lucha armada de la resistencia: “No somos nosotros los que hemos elegido matar. Pero nos han puesto en la tesitura de matar o ponernos de rodillas (…). Un pueblo que quiera vivir no espera a que le traigan su libertad. La coge. (…)”.
Ucrania tampoco escogió matar.