La crisis del Gobierno francés, unida a la del alemán, amenaza con gripar el motor de la UE en un momento clave de cambio en EEUU
NotMid 04/12/2024
EDITORIAL
Francia se asoma a un caos político que repercutirá sin duda en su confianza como país y en su economía, pero cuyos efectos trascienden sus fronteras. En un momento de cambio de era, con Donald Trump a punto de tomar las riendas de la Casa Blanca, MarineLe Pen ha optado por un movimiento de grave desestabilización que debilita aún más el eje franco-alemán, motor fundamental de la Unión Europea.
La ingobernabilidad que parece instalarse en Francia amenaza con agudizar la crisis de una economía lastrada por un déficit récord (6,1%), una prima de riesgo disparada y unos costes de endeudamiento que ayer superaron a los de Grecia. El Ejecutivo está al borde del precipicio después de que la oposición haya anunciado una doble moción de censura contra Michel Barnier, quien, carente de apoyos en la Asamblea, aprobó por decreto su proyecto de presupuestos, clave para cumplir con las exigencias de la UE. Barnier recurrió al artículo 49.3 de la Constitución para esquivar la votación de la primera parte de un paquete fiscal que prevé el ahorro de 60.000 millones de euros con un masivo ajuste y una subida de impuestos.
La maniobra de Barnier ha activado dos mociones de censura que se votarán esta semana: la del izquierdista Nuevo Frente Popular de Jean-Luc Mélenchon, que agrupa a socialistas, comunistas y verdes; y la impulsada por Le Pen, que ha anunciado que apoyará también la primera. La caída del Gobierno centrista en esa pinza entre extremos convertiría a Barnier en el premier más breve de la V República y colocaría a Emmanuel Macron en una posición de extrema debilidad que aumentará las presiones para que renuncie. Si nombrar Gobierno ya se probó enormemente complejo hace tres meses, ahora se antoja casi imposible.
En septiembre, Le Pen avaló a Barnier tras una polémica negociación con Macron en la que se acusó al presidente de ignorar la victoria de la izquierda en las legislativas. Ayer, tras darle un ultimátum para «proteger el poder adquisitivo» de los franceses, la líder ultraderechista advirtió de que las cesiones de Barnier (la renuncia a un impuesto a la electricidad y la revisión de la asistencia médica gratuita a inmigrantes irregulares) no le bastan. Favorita para las presidenciales de 2027 -aunque sobre ella pende una posible pena de inhabilitación- y reforzada ahora por el triunfo de su aliado Trump, Le Pen ha doblado su órdago. Aún caben negociaciones, pero desde su partido amenazan con que solo un «milagro» evitaría la ruptura.
La crisis en la segunda economía de la UE, unida a la de Alemania, donde Olaf Scholz se ha visto forzado a adelantar las elecciones y donde la extrema derecha está también en auge -como segunda fuerza, según las encuestas-, amenaza con gripar el eje franco-alemán. Un motor económico pero también político que Europa necesita potenciar ahora más que nunca, en un momento decisivo en el que afronta la amenaza de una guerra comercial desde Washington, una invasión rusa en sus fronteras y el pulso autocrático que se libra en todo el mundo contra los pilares de la democracia liberal.