El don de Irene Montero: cada acto suyo obrará el efecto contrario al que persigue
NotMid 19/11/2022
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
La suelta de violadores favorecida por el Ministerio de Igualdad está contribuyendo a extender la opinión de que Irene Montero debe dimitir. A mi modo de ver, la salida de doña Irene del Gobierno supondría un error fatal que coronaría el himalaya de errores fatales que viene levantando esta larga legislatura del desaliento, y que amenaza con hacer perder el juicio a los españoles minutos después de que hayan perdido la esperanza.
Descartado que seamos víctimas de un tratamiento pionero contra la enfermedad mental por el procedimiento de volvernos locos a todos -si nadie queda cuerdo, nadie podrá señalar la locura de los demás-, Sánchez debe mantenerse fiel a sí mismo; o sea, a distancia prudencial de toda tentación regeneracionista. Aquella bandera efímera que justificó la censura a Rajoy comenzó a envejecer con el cese de Màxim Huerta por una paralela de Hacienda y fue enterrada tras la renuncia de Carmen Montón por copiar en un trabajo académico. Pero lo que Sánchez nunca ha perdido es la conmovedora disposición de sus ministros a carbonizarse por él hasta la última brasa. Y sé de una que puede arder un poco más.
Veamos. Irene Montero posee un raro don que brilla con luz propia en un Gobierno que no anda sobrado de talento pese a su tamaño. En tiempos marcados por la inestabilidad, Montero ofrece una certeza incalculable: la seguridad de que cada acto suyo obrará el efecto contrario al que persigue. Su cometido originario era la igualdad, pero tres años después ha enfrentado entre sí a las feministas, ha cuestionado la condición misma de lo femenino, ha atacado a mujeres empoderadas que copan por sus méritos la judicatura y ha beneficiado a los agresores sexuales. Naturalmente, ella no quería hacer nada de todo esto, pero así funciona su don.
Ahora bien, si Podemos es una escopeta de feria con un vicio populista de fabricación, se le podría sacar gran partido a ese partido con solo apuntar en dirección opuesta al blanco. Por ejemplo, si próximamente se nos exige un ajuste de la deuda, encomiéndesele a doña Irene ejecutar un plan de gasto. Si hay que dar un empujón a las renovables, encárguesele a doña Irene la reapertura de las minas asturianas. Y si hay que redoblar el apoyo a Zelenski para que gane la guerra, bastará con que doña Irene explicite su simpatía por Rusia. ¿Cómo prescindir de alguien que ha alcanzado la excelencia en la chapuza y la infalibilidad en el fallo? No nos podemos permitir su dimisión.