Londres prepara un proyecto de ley para cambiar de forma unilateral el protocolo de Irlanda del Norte firmado con la UE en 2020
NotMid 19/05/2022
EDITORIAL
Pacta sunt servanda -lo pactado obliga-. Este latinajo es uno de los principios básicos por los que se rige el Derecho internacional. Pero parece que el Gobierno británico encabezado por Boris Johnson o no tiene muy claras las reglas por las que se rigen las relaciones en la sociedad de naciones o, sencillamente, cree que puede incumplirlas como si ello no acarreara consecuencias. Para empezar, la de que el Reino Unido deje de ser considerado un socio fiable para nadie, lo cual sería de extraordinaria gravedad.
Y es que el anuncio de la ministra de Exteriores británica de que “en las próximas semanas” van a tramitar un proyecto de ley para cambiar de forma unilateral el protocolo de Irlanda del Norte firmado con la Unión Europea en 2020 como parte de los acuerdos del Brexit, sería una enorme irresponsabilidad y, sobre todo, una inadmisible violación sin precedentes de un acuerdo de obligado cumplimiento de semejante naturaleza.
Con esta alocada huida hacia adelante, el Ejecutivo de Johnson pretende dejar en papel mojado el protocolo que establece controles sobre las mercancías que entran al Ulster procedentes de Gran Bretaña para evitar así una frontera dura entre este territorio y la República de Irlanda, que pertenece al mercado único europeo. En realidad, la aplicación de esta normativa no ha llegado ni siquiera a completarse, puesto que Londres no ha hecho más que poner excusas y demorarse mientras intentaba renegociar con los Veintisiete.
Pero el protocolo es rechazado por el unionismo en Irlanda del Norte que lo considera una inaceptable aduana interior. Y la histórica victoria del Sin Féin en las recientes elecciones autonómicas, que está convulsionando el frágil statu quo, ha llevado al premier a lanzar este órdago sobre lo que siempre consideró como el “mosquito” insidioso en las negociaciones del Brexit.
El Ulster fue durante años la china en el zapato que impedía pactar la salida negociada británica. Al final se logró mediante un apaño legal, que mantiene a este territorio con acceso al mercado único comunitario para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas que rompería la frágil paz alcanzada tras los Acuerdos de Viernes Santo, pero que establece importantes trabas burocráticas al intercambio de bienes con Gran Bretaña. Una vez más vemos cómo el populismo que estuvo detrás de un error histórico tan mayúsculo como el Brexit no conduce sino a callejones sin salida.