“Yolanda Díaz ha sufrido su derrota definitiva, la que debilita su liderazgo hasta el colapso, y el PSOE ha renunciado en el proceso a disputar el centro”
NotMid 10/06/2024
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Lo significativo de estas elecciones fue la ilusión del empate, en su doble acepción: fue engaño de los sentidos y esperanza de la voluntad. No creo que nadie pueda reprocharle a Feijóo que quisiera convertir a Sánchez en el protagonista. Al contrario de lo que dice la literatura oficialista fue Sánchez quien planteó las europeas como plebiscito, desesperado. Lo pretendía disputar mediante el estímulo de la paranoia y la mentalidad de asedio en las bases socialistas, comprometiendo el Estado de Derecho y la salud institucional de la nación y reduciendo la narrativa electoral de su partido a una comedia de enredo familiar.
Hay dos hechos que matizan el plebiscito y refuerzan el carácter ilusorio del empate. El primero es la OPA por absorción de Sumar. Díaz ha sufrido su derrota definitiva, la que debilita su liderazgo hasta el colapso, y el PSOE ha renunciado en el proceso a disputar el centro. Si los resultados de Vox parecen tan escuálidos es porque la derecha radical ha tenido un crecimiento espectacular en el continente y triunfal, o casi, en Francia y Alemania. Pero ha crecido y el PP mucho más. El segundo matiz es la aberrante descompensación territorial del socialismo, que ya fía a la demografía de Cataluña su sustento electoral.
Hoy se señalará que las expectativas han deslucido la victoria del PP. En realidad, el problema no ha sido de cuánto sino de para qué. El jaque mate nunca fue posible, menos a alguien como Sánchez, capaz de sumar todos los votos que no son ni el PP ni Vox -ni el tal Alvise, supongo- para construir el parapeto de su minoría de bloqueo. Condicionará más la legislatura lo que ocurra en la constitución del Parlament que estos comicios que tan escaso entusiasmo levantan, pese a su importancia. Las urnas tampoco conseguirán paralizar los procedimientos judiciales. Pero el empate, además, es ilusorio: el 23-J el PP ganó por algo más de 300.000 votos y en estas europeas la diferencia es mayor de 700.000.
Pero es la otra acepción de la ilusión la que encierra el drama del PSOE. Ve un empate como éxito inapelable, hasta el punto dramático de situar el umbral del empate en una derrota no humillante. Ese espíritu del catenaccio es la expresión del empequeñecimiento. De ser un partido que buscaba la mayoría social con la ambición monomaníaca de un Ahab, a ser el tablón de salvación en el que se agarra Sánchez para seguir a flote, mecido por la marea, a la deriva, sin otro proyecto ni aspiración.