El futuro presidente quiso quitarse de encima a su ‘número 2’ por sus meteduras de pata, algo que desestimó. Quienes lo convencieron de ficharlo fueron el presentador Tucker Carlson, sus hijos y los importantes amigos de Silicon Valley de Vance.
NotMid 07/11/2024
USA en español
“Ha resultado ser una gran elección. Al principio me criticaron un poco, pero sabía que tenía un buen cerebro“. Con esas palabras, más cariño de lo habitual y gran satisfacción, el presidente electoral Donald J. Trump felicitó el martes por la noche a JD Vance, su elección como vicepresidente, animándole a decir unas palabras en el fiestón organizado en el Centro de Convenciones de Palm Beach, en Florida, donde la familia Trump y sus amigos y partidarios celebraron la victoria electoral. El gesto, el perfil del candidato y su forma de reaccionar son un factor clave para entender cómo funciona el universo que va a rodear al presidente, la decisión de escoger a un senador con apenas un año de experiencia política y qué se puede esperar del futuro del movimiento Maga (Make America Great Again).
A pesar de lo que dijo, Trump se arrepintió enseguida de la designación de Vance, un hombre que se hizo rico gracias al dinero de gurús libertarios como Peter Thiel y Elon Musk, conocido en EEUU gracias a la publicación de un libro autobiográfico contando su infancia y juventud en el mundo ‘hillbilly’, los blancos pobres, conservadores, religiosos y muy orgulloso entre los que creció. Y famoso en el universo republicano gracias a Tucker Carlson, que lo llevó a su programa una y otra vez. Fueron él, los hijos de Trump y sus amigos de Silicon Valley los que le convencieron, pero cuando vio que en las primeras semanas todo eran meteduras de pata, declaraciones del pasado en las que le insultaba, posiciones extremas sobre el aborto que le penalizaban y una falta evidente de carisma y don de gentes en los mítines, Trump enfureció y llegó a pensar en quitárselo de encima.
En EEUU el papel de vicepresidente es muy singular. Históricamente se escogía a alguien como complemento para que aportara el voto de algunos estados o colectivos en concreto. No es el caso de Vance, que si bien logró puesto en el Senado de Ohio en 2023 no tenía aún esa fuerza. Históricamente también, los vicepresidentes no han tenido mucho poder o influencia. Cumplían cierto rol, asumían labores protocolarias, pero no tenían poder. Walter Mondale, el gran aliado de Jimmy Carter, y Dick Chenney, el ‘número 2’ de George W. Bush son dos de las pocas excepciones, con acceso total, capacidad de influir, un rol dominante.
Vance, que está a la derecha de Trump en todos los temas posibles, no fue escogido para sumar votos, porque Trump ya cubre todo el espectro de la derecha. Al revés, entre los moderados podía haber sido un problema por ser visto como demasiado duro, sobre todo en el aborto. Y tampoco se espera que vaya a pintar mucho en la toma de decisiones, porque Trump es impulsivo, incontrolable y tiene muchísima más experiencia que él. Su elección, según los expertos, no es de cara al ejecutivo o al electorado, sino al movimiento. No hay nada parecido al Make America Great Again, el único movimiento político realmente efectivo de las últimas décadas creado por un presidente. Occupy Wall Street o el Tea Party fueron sin duda importantes, pero esto es diferente, una revolución. Y ahí, con Trump rozando los 80 años, es donde Vance, de 40, tiene su hueco.
Su perfil es exacto y manda un mensaje a todos los republicanos del país: si te arrepientes de las críticas y tu pasado medio progresista e inclinas la rodilla, tu futuro es brillante. Si te opones, estás acabado. Vance se ha vuelto más conservador con el paso del tiempo. Un tipo listo, educado en Yale, que hasta ver la oportunidad veía el mundo de forma opuesta. Se burlaron de él durante la campaña con saña, viralizando todo tipo de memes, bautizándolo como ‘weird’, rarito. Y por eso se volvió todavía más duro. Ahora es una voz destacada contra la inmigración (pero casado con la hija de inmigrantes indios), escéptico del cambio climático, firme defensor en público de que las elecciones de 2020 fueron robadas, abonado a cada vez más teorías de la conspiración.
Trump buscaba a un fiel (toda la carrera política de Vance es gracias al líder) que no le vaya a eclipsar y dispuesto a defender sus políticas o ocurrencias, y él ha dejado claro que es la persona. Por eso en la fiesta de Palm Beach supo que su lugar en el escenario era secundario y sólo podía hablar unos segundos, porque no era su fiesta. Por eso defendió que inmigrantes ilegales se comían mascotas de la gente, diciendo en la CNN: “Si tengo que crear historias para que los medios estadounidenses realmente presten atención al sufrimiento del pueblo estadounidense, entonces eso es lo que voy a hacer”. Y por eso, también, dejó claro que si se daba la circunstancia, él no actuaría en defensa de las instituciones o la Constitución, como hizo Mike Pence en 2020 con la certificación de los resultados, sino que sería fiel a los deseos de su líder.
Vance, amigo de Donald Trump Jr., está pensado como líder del Maga a corto plazo. Puede caer en desgracia, pero une todo lo que se requiere: religión, conservadurismo, rechazo parcial a las vacunas, desdén hacia la ciencia o el cambio climático, crítico mortal de la ayuda militar de EEUU a Ucrania y partidario de un giro aislacionista y proteccionista, con América, y sólo américa, “first”, primero. A favor de aranceles, crítico de Wall Street. En los últimos cuatro meses, organizó casi 50 eventos de recaudación de fondos, concedió al menos 149 entrevistas y celebró un centenar de eventos públicos.
En el debate de vicepresidentes con Tim Walz estuvo sobresaliente. Magnífico orador, empático, rápido. Mostrando su lado más conciliador, pacífico, de yerno ideal. Y al tiempo ha abrazado con entusiasmo lo que sabe es elemento decisivo en esta furia antisistema generalizada las guerras culturales, del mundo woke a las políticas afirmación de género para menores transgénero pasando por los programas de diversidad, equidad e inclusión, la bestia negra del mundo Maga.
Vance se convertirá en el tercer vicepresidente más joven de la nación. El más joven desde 1953, cuando Richard M. Nixon juró junto Dwight D. Eisenhower. El récord lo tiene John C. Breckinridge, que tenía 36 años cuando asumió el cargo en 1857. No por casualidad, ambos acabaron presentándose a las presidenciales años después.
Musk, el agitador del segundo Gobierno Trump
Poco le han importado las acusaciones de nepotismo y conflicto de intereses en el pasado, por lo que no es de extrañar que Donald Trump haga de su capa un sayo a la hora de formar gobierno con familiares y fieles a su causa. Y en esa lista destaca como ningún otro el sudafricano Elon Musk, CEO de Tesla, X, Space X y el hombre más rico del mundo, con mucha diferencia.
Su presunto puesto en la Administración es aún una nebulosa, pero en todos los círculos se da por hecho que Trump contará con él con la intención de modernizar el gobierno, recortar de forma drástica el gasto y, de alguna forma, manejar el país como si fuera una empresa. Musk no solo se ha gastado una millonada en apoyar la candidatura del republicano sino que ha estado presente en varios actos de campaña, repartiendo un millón de dólares diarios a simpatizantes del magnate neoyorquino. El martes por la noche estuvo en la celebración de los republicanos en West Palm Beach, Florida.
El retorno a su inversión puede llegar por distintas vías. Por un lado con Tesla, que se disparaba ayer en Bolsa hasta un 14% tras la victoria de Trump, y por otro con Space X, por el apoyo que puede recibir del gobierno para lanzar cohetes y satélites para Starlink, otra de sus compañías. También se hablaba el miércoles de una futura fusión entre X —la plataforma antiguamente conocida como Twitter— y Truth Social, la red social de la organización Trump. Ambas cotizan en Bolsa.
Los otros hombres fuertes podrían salir de su familia, empezando por su primogénito, Donald Trump Junior. A sus 46 años es considerado como el sucesor natural de su padre, el más fiel a su estilo y a su discurso extremista, implicado desde la primera campaña presidencial y artífice, en parte, del binomio que ahora forma conJD Vance como vicepresidente. Fue clave a la hora de convencer al ex senador por Ohio, pese a los ataques a su padre en el pasado. Vance llegó a decir que creía que Trump se podía convertir en “el Hitler de América”.
Trump Jr. no solo maneja las riendas de la Trump Organization junto a su hermano menor, Eric, sino que tiene una base importante de seguidores propios.
En ese grupo con poder de influencia también podría estar su prometida, Kimberly Guilfoyle, presentadora de noticias, ex fiscal en San Francisco y ex mujer del actual gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom; además de Eric Trump, de 40 años, y su mujer, Lara Trump, copresidenta del Comité Republicano Nacional.
Agencias