Tanto el partido como el periódico han dejado de ser útiles para algunas cabezas que pensaron y actuaron con ellos
NotMid 06/02/2024
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
Cuando Juan Guerra empezó a robar conocí a algún socialista, lector de El País y hombre culto y refinado, que se encogió de hombros y sin sombra de ironía se justificó diciendo que ahora les tocaba robar a ellos. Poco después, cuando ya no podía negarse la participación del Gobierno de Felipe González en los crímenes del GAL, conocí a otros muchos socialistas, y lectores y cultos, que exhibieron con los mismos hombros el ejemplo de la OAS en Argelia, la necesidad de las cloacas y un único lamento por la defectuosa ejecución del plan. De modo que aun asumiendo que después de Fernando VII ya viene Pedro Sánchez, la idea de un PSOE auténtico, hoy traicionado, es tan relevante como la de aquella Falange Auténtica. A mi juicio no tipificado, el pacto de Sánchez con los delincuentes nacionalistas es corrupción y crimen de Estado. Pero los sustantivos no son novedad: ni en el PSOE de los años 30 ni en el PSOE de los años 80.
Lo mismo sucede con El País auténtico, de cuyo nacimiento hemos tenido noticia estos días. Tampoco hace falta irse a la remota Transición y verificar en ella su dudoso papel. Mucho más cerca, y obviando las míticas conspiraciones a lo Barroso para centrarse en las grandes faenas de Romerito. ¿Los centenares de páginas que dedicó ese periódico al Prestige fueron, son y serán un modelo de objetividad…, ¡en fin!, centenares: una sola de ellas? ¿Cuántos artículos de ese periódico tan centrado acunaron y acuñaron el nacimiento de Ciudadanos, llamándoles lerrouxistas y ultraderechistas antes de haber informado a sus lectores del propio nacimiento del partido? Y qué decir, grato me es el tema, de las 169 portadas -169 portadas- que el periódico dedicó a un hombre que se había comprado cuatro trajes en la afamada tienda Milano, y al que ha seguido persiguiendo hasta el día de hoy con la saña rabiosa del que ha perdido la razón en todos los sentidos? ¿Un inédito sectarismo, el de nuestros días? ¡Quia de quias! La única diferencia es el paso de lo malvado a lo ridículo, que el periódico, al compás de toda la prensa española, ha recorrido a paso rápido en sus últimos años.
Uno crece y cambia de opinión sobre algunos asuntos. Es un proceso frecuente, interesante y objeto razonable de meditación; pero va muy sobrecargado de dramitas. El partido y su periódico son básicamente lo que eran, en fines y métodos. Y en virtudes, de las que puedo hablar otro día. Tanto el partido como el periódico han dejado de ser útiles para algunas cabezas que pensaron y actuaron con ellos. Y esa insistencia en que los dos han degenerado, y no son ya lo que eran, oculta una obsesiva voluntad de haber tenido razón antes y de seguir teniéndola, ahora y en la hora.