Sánchez ha protagonizado una omisión del deber de liderar la respuesta inmediata a una catástrofe mayor como la Dana de Valencia
NotMid 07/11/2024
OPINIÓN
JOAQUIM COLL
Se atribuye a Hubert Humphrey, vicepresidente de Estados Unidos bajo la presidencia de Lyndon Johnson, la frase «errar es humano, culpar a alguien es política». Y qué casualidad, al igual que Kamala Harris, también fue derrotado frente al candidato republicano, entonces Richard Nixon, cuando intentó conquistar la presidencia tras la renuncia de Johnson. Pero Humphrey acertaba, pues escabullir la responsabilidad echando la culpa a otros es una característica central de la vida política contemporánea, como muy bien explica Christopher Hood en El juego de la culpa. En este profundo estudio encontramos muchas de las claves de la penosa actuación autoexculpatoria de nuestros políticos frente al episodio de lluvias torrenciales y el mortífero desastre en el sur de Valencia.
Desde el pasado 29 de octubre, entre la ciudadanía circula una honda indignación, tanto por la falta de previsión ante ese riesgo meteorológico como por el desconcierto de las administraciones tras la tragedia, que se expresó con ira y lamentablemente con violencia, durante la visita de los Reyes a Paiporta, contra Carlos Mazón y Pedro Sánchez. Ahora bien, ¿comparten ambos la misma responsabilidad? O, dicho de otro modo, siguiendo el análisis de Hood, ¿se les puede acusar de haber intentado evadirse de la misma culpa? Claramente, no. El presidente de la Generalitat valenciana quiso primero creer que no iba a producirse ningún problema. Quedó retratado en la comparecencia pública, a media tarde de ese fatídico día, donde afirmó que la DANA estaba alejándose de toda la Comunitat Valenciana y que se dirigía hacia la serranía de Cuenca. Ese negacionismo del potencial problema me recuerda mucho a cómo el Gobierno del PP afrontó el hundimiento del Prestige, confiando en que se alejaría de la costa gallega hacia el Atlántico. Para qué hacer nada, pensaron. Del mismo modo, en Valencia el mensaje de alarma a la población no llegó hasta pasadas las ocho de la noche, cuando miles de personas ya estaban con el agua al cuello. Hasta el día de hoy, Mazón no solo ha sido incapaz de pedir perdón por esa negligencia, sino que ha intentado trasladar la culpa a la Confederación Hidrográfica del Júcar y a la AEMET.
En el caso de Sánchez, lo que ha habido es una omisión del deber de liderar la respuesta inmediata a una catástrofe mayor. Una actuación que la ciudadanía en general esperaba del Gobierno de España, dado que la ayuda requerida desbordaba las capacidades de cualquier comunidad autónoma, cuyas autoridades en este caso habían demostrado ser bastante incompetentes. Es cierto que Sánchez, hiciera lo que hiciera, tendría problemas. En política, el sesgo de la negatividad se impone siempre al éxito, que solo se reconoce en los obituarios. Optó por apoyar sin enfangarse, tras la frialdad de una frase autoexculpatoria: «Si necesita más recursos, que los pida»