El BCE encendió las alarmas en España tras tener que adoptar medidas de emergencia para evitar que disminuya la confianza de los inversores
NotMid 16/06/2022
EDITORIAL
El enorme desfase que acusan las cuentas públicas españolas ha quedado retratado después de que el Banco Central Europeo (BCE) tuviese este miércoles que tomar medidas de emergencia para evitar que países tan endeudados como el nuestro pierdan la confianza de los inversores. Temen no recuperar la inversión tras el encarecimiento del precio del dinero. En solo cinco días, desde que la autoridad monetaria de la zona euro desactivara su programa de compra de deuda y anunciara una subida de los tipos de interés en julio, la prima de riesgo española pasó de cotizar a 118 puntos a alcanzar los 140 -este miércoles llegó a los 123-.
El sobreprecio que España tiene que pagar cuando acude a los mercados para financiarse se disparó a niveles similares a los del inicio de la pandemia. Y la rentabilidad exigida al bono español con vencimiento a 10 años superó el 3% por primera vez desde mayo de 2014. Una situación similar se produce en otros países como Italia (225 puntos), Grecia (261) o Portugal (119), dejando patente la fuerte fragmentación entre países del norte y del sur de Europa y la urgente necesidad de equilibrar sus balanzas económicas.
Tras este grave escenario del riesgo soberano, que coloca a España entre uno de los países con el debe de su factura más elevado -nuestra deuda pública asciende a un 117% del PIB-, el BCE no ha tenido más opción que tirar de disciplina para obligar a los gobiernos a ajustar sus balances y “acelerar” -así lo advirtió a los gobernadores de los supervisores bancarios- la consecución de nuevos instrumentos que eviten las crisis de deuda. Se trata de evitar que los costes de financiación de los países más endeudados se disparen, ampliando la brecha entre el norte y el sur europeos. Cuanto mayor sea el riesgo de un país, más deberá pagar a los inversores para que compren su deuda pública. En España, la confianza de esos inversores está en entredicho, en el marco de una subida de tipos que tendrá efectos profundos.
En los últimos 10 años la deuda española ha pasado de representar el 90% de la riqueza del país -en diciembre de 2012- a alcanzar el 117% actual, tras rozar el 120% en diciembre de 2020. Está claro que este Ejecutivo de coalición des-unido y radical no está preparado para ajustar las cuentas públicas del Estado ni contener el gasto. De hecho, solo sabe cargar más las arcas con planes expansionistas con fines descaradamente electorales como la revalorización de las pensiones y la subida de los sueldos de los funcionarios. España no podrá volver ya a la barra libre del BCE, y si este decide reinvertir la deuda comprada será a cambio de una condicionalidad exigente.
El Gobierno perdió una oportunidad preciosa de hacer reformas en tiempos de bonanza crediticia, no hizo los deberes y ahora deberá afrontar un escenario en que la autoridad monetaria le obligue a ajustar el fuerte desequilibrio que sufren las cuentas públicas. La solidaridad de la que se benefició nuestra economía no es ilimitada y toca devolverla. Llega la hora de la responsabilidad. Pero parece que en Moncloa no quieren darse por enterados.