Compara a los chavistas con los cristianos que se escondieron en las catacumbas mientras en sus cárceles hay 273 presos políticos. Su hijo lleva las relaciones con los reaccionarios pastores evangélicos. “Hace uso político de la fe”, dicen sus críticos
NotMid 23/10/2023
IberoAmerica
Sus palabras sí se toman en vano. Nicolás Maduro ha vuelto a ser tendencia continental tras irrumpir en el conflicto de Israel y Gaza con una teoría delirante, que ya encabeza las famosas maduradas, meteduras de pata con millones de repeticiones en redes sociales.
“Jesús fue un niño palestino, un joven palestino y, cuando fue crucificado, condenado injustamente por el imperio español y por las oligarquías que dominaban la zona, cuando fue condenado, fue clavado, crucificado, torturado y asesinado, murió como un hombre palestino y resucitó a la vida inmortal con un espíritu palestino”, aseguró durante una de sus homilías televisivas.
El “presidente del pueblo” también se despachó, empeñado en reescribir la Biblia para adaptarla a sus intereses, con la afirmación categórica de que Cristo fue “el primer antiimperialista que se conozca en la historia moderna de los últimos tres milenios, el más importante antiimperialista”.
“En un solo programa soltó las perlas de un deplorable collar. Una vergüenza redonda para la sociedad venezolana“, resume para Crónica el historiador Elías Pino Iturrieta, ex presidente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela y autor de una prolífica y muy destacada obra.
Desde su exilio en EEUU, el obispo católico Silvio José Báez, emblema de la lucha por la libertad en Nicaragua, se encargó de responder al aliado de su dictador. “En la época de Jesús no existía un país llamado Palestina en el sentido moderno: Belén pertenecía a la región sur de Israel, que bajo dominio romano se conocía como Judea. Jesús nació en la tierra de Israel, creció en una familia israelita y mostró un profundo amor por su pueblo Israel”, acotó el obispo auxiliar de Managua.
Ya fuera un lapsus linguae provocado por su obsesión contra el imperio español, al que ha llegado a acusar de asesinar a 100 millones de indígenas en Venezuela (en la actualidad cuenta con 28 millones de habitantes), o una de sus desafortunadas intervenciones bíblicas (como aquella vez que recordó el milagro bíblico de la multiplicación del pan “y los penes”), Maduro lo ha vuelto a hacer. “No estamos ante nada nuevo, es la continuación de un relato sobre el pasado que inició Chávez para relacionar su revolución con la gesta de Simón Bolívar, dentro de lo doméstico, y con los movimientos proletarios en el resto del mundo. Un régimen sin pensamiento pretende legitimarse a través de los vínculos con el pasado, fabricados según su conveniencia”, apuntala Pino Iturrieta.
Una y otra vez, Maduro acude a los pasajes bíblicos para comparar a los chavistas con los cristianos que se escondían en las catacumbas, olvidando que en sus mazmorras sobreviven 273 presos políticos. Más de ocho millones de venezolanos ya han huido del derrumbe bolivariano, aunque el líder chavista, empeñado en retorcer las cifras, ha tardado una década en reconocer la existencia de la diáspora que ahorra en dos millones, aunque un millón ya ha regresado, según el Palacio de Miraflores.
“La presencia de la fe es permanente en el discurso oficialista, curiosamente en un estado que se proclama laico dentro de una revolución que afirma ser socialista. Es así como en tiempos de Chávez y Maduro se ha tratado de imponer la creencia de que en la revolución bolivariana coexisten una superposición metafísica y política entre la ideología de Bolívar, el llamado socialismo del siglo XXI, y un catolicismo de base, cristiano primitivo, que nada tiene que ver con la Conferencia Episcopal Venezolana, quien ejerce un rol importante en la asistencia humanitaria y una voz crítica en contra de la deriva autoritaria de Miraflores”, explica a Crónica el sociólogo Gianni Finco.
Otro de los mantras bíblicos de Maduro, quizás uno de los más conocidos, es el tantas veces repetido “Dios proveerá”, “un recurso que emplea en el momento de tener que reconocer los límites presupuestarios de su gobierno y la crisis económica que acosa a los venezolanos, una frase muy popular en una población golpeada, pero sorprendente e inquietante para los analistas económicos que tratan de entender la política financiera de la revolución de Maduro”, añade.
No importa que las afirmaciones de Maduro carezcan de asidero histórico, para algo está el Centro Nacional de Historia, fundado por Chávez con la orden de “cambiar los recuerdos de la sociedad a través de los medios masivos de comunicación y redactar manuales de educación primaria destinados a igual propósito”, dice el historiador Pino Iturrieta.
Y es que para imponer sus recetas populistas, como la polarización que hace imposible saltar de una trinchera a otra, el chavismo repitió hasta la saciedad aquello del cáncer de la IV República, en la que los socialdemócratas de Acción Democrática y los socialcristianos de Copei se repartían el país y sus prebendas. Un discurso muy parecido se gestó entre los famosos asesores españoles de Chávez, que eligieron a la Transición como el periodo histórico que convenía dinamitar para sus intereses.
SUPERSTICIONES, GURÚS Y LA AYUDA DE NICOLASITO
Maduro aprovechó su delirante intervención para realizar un nuevo acto de fe: “Yo soy cristiano, cristiano de oración y de acción. Cristiano directo de Cristo”. Pero también son conocidos sus coqueteos con el gurú indio Sai Baba, ya fallecido, que estuvo rodeado de acusaciones de abusos sexuales y de escándalos financieros. Una devoción que compartió con su mujer, primera combatiente revolucionaria, Cilia Flores, y con la copresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, mujer de Daniel Ortega.
También se sabe que disfruta con los rituales de santería. “Maduro es un hombre supersticioso, proclive al uso de joyería protectora, capaz de hacer coincidir eventos políticos o celebraciones oficiales con gestos religiosos. En medio de esta natural vocación hacia el culto a la personalidad, a veces en clave de predestinación, se apuntala el uso político de la fe”, sentencia Finco.
En busca de músculo en las calles y apoyo en las urnas, Maduro ha dispuesto a la persona de su mayor confianza (su hijo, Nicolasito) para que encabece las relaciones con los mismos pastores evangélicos que se han empeñado en imponer su agenda reaccionaria por las Américas. “Hermosa movilización de fe y amor. Que nuestro señor Jesucristo ilumine a la Patria”, saludó en su Marcha de Jesús del jueves.
Agencias