La apertura a Kiev es un contundente mensaje a Putin, que confiaba en minar el apoyo aliado con su guerra de desgaste
NotMid 17/12/2023
EDITORIAL
La UE acaba de abrirle oficialmente la puerta de entrada a Ucrania, poniendo los cimientos de una comunidad de destino que abraza al país como depositario de los mismos valores y desafíos compartidos. La decisión de lanzar negociaciones para la adhesión de Kiev envía un rotundo mensaje frente a Vladimir Putin, que confiaba en que su guerra de desgaste acabara minando el apoyo de los aliados occidentales.
La respuesta de Bruselas llegó horas después de que el líder ruso se jactara -en su primera rueda de prensa en 22 meses- de la fatiga de europeos y estadounidenses para sostener el esfuerzo de un conflicto que en febrero cumplirá dos años. La UE subrayaba así hasta qué punto considera a Ucrania un terreno crucial donde la democracia liberal se juega su propia supervivencia y donde se combate para garantizar la seguridad de toda Europa, que se enfrenta a la mayor amenaza contra la paz y la estabilidad del continente desde la Segunda Guerra Mundial. También dejaba claro que Putin ha fracasado en su objetivo de alejar a Ucrania de la órbita occidental para retenerla en el patio trasero de repúblicas ex soviéticas sobre el que pretende edificar su proyecto imperialista.
La apertura del diálogo con Ucrania -condicionado a una batería de reformas económicas y anticorrupción que tendrá que cumplir también Moldavia, el otro aspirante del vecindario ruso- representa un justo espaldarazo a la moral ucraniana, golpeada por reveses militares y políticos: la contraofensiva no acaba de despegar, el apoyo interno al presidente Volodimir Zelenski comienza a resquebrajarse y el Congreso estadounidense bloquea un paquete de ayuda que Kiev necesita con extrema urgencia.
Los únicos nubarrones en un día histórico para Europa llegaron, como es habitual, desde Hungría, convertida en enemigo íntimo del club al que pertenece. El Gobierno de Viktor Orban demostró de nuevo su capacidad disruptora del consenso incluso después de que Bruselas liberara 10.200 millones de fondos bloqueados por sus ataques al Estado de Derecho. Orban, principal aliado de Putin en la UE, cedió el jueves parcialmente al levantarle de facto el veto a Ucrania por la inusual vía de ausentarse de la votación que decidía sobre su candidatura, pero el viernes volvió a amenazar con bloquear su entrada en cualquier momento de un proceso de ajustes que se prevé largo.
Como colofón rechazó una revisión presupuestaria que incluía una partida de 50.000 millones en ayuda financiera a Kiev y contaba con el apoyo de los otros 26 socios. Su terquedad aboca ahora a otra cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno, pero no empaña la imagen de unidad y el alcance histórico de una apertura a Ucrania que alinea al país del Este con la democracia liberal frente al eje autocrático de Rusia y China y supone una necesaria inversión en la seguridad de Europa.