No sales más fuerte sino más peligroso, justamente por tu ridícula debilidad. Quizá sientas ahora el calor de tu lado del muro, pero los españoles están hartos de ti
NotMid 30/04/2024
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Así que lo has vuelto a hacer, farsante. Has vuelto a engañarnos a todos, empezando por las cobayas de tu propio partido y siguiendo por las viudas mediáticas que han puesto los micrófonos perdidos de mocos. Te basta con someterlos durante cinco días al vértigo de tu ausencia para que te supliquen por la autocracia. Llegamos a creer que querías a tu esposa, que no eras capaz de usarla para victimizarte, que precipitar a la cuarta economía del euro en un psicodrama peronista ante los ojos atónitos de la prensa internacional era mucho hasta para ti. Pero ni siquiera te has privado de forzar al Rey a participar en este aquelarre, no sea que quede una sola institución libre de servir de atrezo a tu farsa perpetua.
Anuncias un «punto y aparte», una «limpieza», el nuevo amanecer democrático que proclaman todos los caudillos. Lo único que desentona en ti es la americana. Si hablas como un cacique tropical, en lo sucesivo haz el favor de comparecer en chándal. Ya se especula con una ley antibulos -hay jurisprudencia franquista que puedes sacar también de Cuelgamuros- y con el allanamiento del Poder Judicial. La militancia de pupila dilatada patrulla las redes exigiendo el fin de la democracia para salvar la democracia. La precaria mayoría gubernamental se ha compactado, anda como loca por poner coto al pluralismo político y a la independencia judicial. Ante ti se abre la posibilidad de una trinchera infinita. La fantasía autogolpista del ruido de sables -en Ferraz solo se ven rosarios- te brinda la coartada para el próximo acelerón autoritario. Puede que no tengas sentimientos sinceros pero nadie negará tu imaginación histórica. El sábado en Ferraz nadie reivindicaba el felipismo: Puente puenteó la socialdemocracia para conectar emocionalmente con la guerra civil. Ahí arraiga tu psicología de resentido incurable, de personalidad frágil que solo se afirma contra otro. Contra la mitad de tus gobernados si es preciso.
Yo no sé hasta cuándo, Pedro, abusarás de nuestra paciencia. No sales más fuerte sino más peligroso, justamente por tu ridícula debilidad. Quizá sientas ahora el calor de tu lado del muro, pero los españoles están cada vez más hartos de ti. Puigdemont seguirá chantajeándote. Los jueces seguirán instruyendo. Y los periodistas libres seguiremos riéndonos de tu boba solemnidad de nerón comprado en los chinos. Hasta que el tinglado se venga definitivamente abajo y podamos ponernos a reconstruir juntos todo lo que estás rompiendo como un niño despótico encerrado con un solo juguete llamado España.