Hoy se cumple un mes desde el ataque a Israel por parte de Hamas, organización terrorista que coincide con el Estado Islámico no solo en la crueldad con la que se emplean, sino también en sus bases filosóficas y en los fines que persiguen
NotMid 07/11/2023
OPINIÓN
ALBERTO PRIEGO MORENO
El pasado 7 de octubre, el mundo volvió a ver las imágenes apocalípticas con las que el Estado Islámico (IS) se dio a conocer en 2014. Decapitaciones de niños, tortura de ancianos, secuestros de civiles, violaciones de mujeres… Estos hechos conmocionaron no solo a Israel, sino al mundo entero. Hasta la fecha, esos niveles de violencia solo los habíamos presenciado en lugares como Irak o Siria. Sin embargo, a pesar de lo que desde Occidente se ha defendido, el grado de violencia con el que Hamas castigó a las personas que estaban al otro lado de la valla no es la única coincidencia entre este grupo palestino y el Estado Islámico. Este artículo va a tratar demostrar que el IS y Hamas no solo coinciden en la crueldad con la que se emplean, sino también en las bases filosóficas y en los fines que persiguen.
LOS FINES
Tanto el Estado Islámico como Hamas coinciden en su objetivo final: la creación de una comunidad política basada en principios islámicos; en otras palabras, la declaración de un Estado Islámico. Desde el punto de vista político, tres son los modelos teóricos de Estado Islámico: el egipcio inspirado en Al Banna, el pakistaní de Mawdudi y el iraní de Jomeinei. Si bien los talibán aplicaron el modelo de Mawdudi y los iraníes el de Jomeini, tanto el IS como Hamas se basan en el modelo de Estado Islámico propuesto por Hassan Al Banna, el creador de los Hermanos Musulmanes, a quien Hamas reconoce pertenecer como organización en el art. 2 de su Carta Fundacional. Además, el grupo terrorista Hamas incluso admite en su programa político que su objetivo final es la creación de un Estado Islámico en los territorios de Israel, Cisjordania y Gaza. Uno de los hijos de los líderes de Hamas, Mosab Hassan Yousef, desde su exilio de Estados Unidos, afirma que el objetivo último de la organización no es otro que la creación de un Estado Islámico en Palestina.
Además, aunque pueda parecer una obviedad, Hamas es un grupo profundamente antisemita, no solo por las acciones terroristas que lleva a cabo, sino porque en su carta fundacional se hacen llamamientos al asesinato de judíos (art. 7), se califica al sionismo como una ideología que pretende controlar el mundo (art. 32) o se establece como fuente de derecho al panfleto de Los Protocolos de los Sabios de Sión. Esta particularidad también es compartida con el IS, quien además de atacar objetivos judíos como el Museo Judío de Bruselas (2014) o el supermercado Kosher en París (2015), en la última publicación de su semanario (Al Naba) llamaba abiertamente al asesinato de judíos. Esta retórica violenta y antisemita también es compartida por otros aliados de Hamas, como Irán o los talibán, quienes junto con el Estado Islámico componen el eje internacional del yihadismo. Un eje que, además de crear una suerte de Estados Islámicos en el mundo, también busca el exterminio de los judíos.
BASES FILOSÓFICAS
Tanto el Estado Islámico como Hamas han bebido de las doctrinas yihadistas desarrolladas por Abdullah Azzam y Sayeb Quatb. El primero fue un palestino cofundador de Al Qaeda, que sentó las bases del yihadismo global y que apoyó moral y materialmente la formación de Hamas. Su pensamiento inspiró la propia Carta Fundacional de Hamas, donde las palabras de Azzam coinciden con varios de los artículos de este documento. Uno de los lemas más repetidos por Azzam era “La yihad y solo el rifle: nada de negociaciones, nada de conferencias y nada de diálogos”, unas palabras que no difieren mucho del artículo 13 de la carta de Hamas, en la que leemos: “No existe una solución negociada posible. Yihad es la única respuesta”. Además de Azzem, tanto el IS como Hamas han tomado como modelo de acción a Sayeb Quatab, un miembro de los Hermanos Musulmanes que radicalizó la organización y que marcó el camino de la yihad para miles de terroristas. Su libro Ma’alim fi-l-Tariq (Hito) es un manual de odio hacia sionistas y cruzados utilizado tanto por Al Qaeda como por el IS y, cómo no, también por Hamas. Por lo tanto, vemos cómo el IS y Hamas también comparten su base filosófica, la del yihadismo radical, que no contempla la negociación y que quiere convertir toda Dar al Harb en Dar al Islam a través de “la guerra santa”.
Es, precisamente, este proyecto radical el que provoca que un Estado musulmán como Egipto no quiera abrir la frontera Rafah a los que huyen del conflicto. El motivo no es otro que el temor a que, entre los refugiados gazatíes, se cuelen radicales de Hamas que desestabilicen Egipto como lo hicieron en el Líbano en los años 70, algo que, a la postre, causó una guerra civil cuyas consecuencias continúan hoy en el país del cedro.
MODOS DE ACCIÓN
Tanto el IS como Hamas han optado por la aplicación de un régimen del terror solo comparable con los castigos inquisitoriales del medievo. Son conocidos los castigos aplicados por el IS a homosexuales, infieles, malos musulmanes o colaboradores. Decapitaciones, amputaciones y crucifixiones eran el día a día en los territorios donde el IS ejercía su soberanía. En 2007, con el ascenso al poder de Hamas, Amnistía Internacional denunció que la organización había aprobado una legislación penal donde se aplicaban como penas la crucifixión, las amputaciones o la flagelación. De hecho, la ONG apuntó que hasta 350 miembros de Al Fatah fueron ajusticiados a manos de los terroristas de Hamas durante el primer año de Gobierno en Gaza.
Mención especial merece el trato hacia las mujeres. El Estado Islámico se hizo tristemente famoso por usar esclavas sexuales procedentes de las minorías yazidíes. Los raptos de las mujeres de esta minoría se convirtieron en una constante en los primeros años del califato. Estas personas eran incluso exhibidas en las calles de Raqqa con el único fin de cosificarlas, de humillarlas y de disfrutar de ellas como si no fueran más que un mero objeto. Lamentablemente, estas mismas imágenes se han repetido en las calles de Gaza, adonde hemos visto llegar a jóvenes raptadas en la fiesta que asaltaron los terroristas de Hamas desde el aire. Nada se sabe del destino de estas chicas, pero sí sabemos que en los kibutz asaltados hubo violaciones y vejaciones con las mujeres, tal y como lo hacía el IS con las mujeres yazidíes.
También tenemos que destacar el uso de civiles como escudos humanos. Cuando en 2016 el ejército iraquí asedió la ciudad de Mosul para liberarla de las garras del IS, los comandantes del Estado Islámico se negaron a facilitar la salida de los civiles. Como hemos visto, algo similar está ocurriendo con los civiles de la Franja de Gaza. A pesar de las advertencias del Tsahal, Hamas no solo no está favoreciendo su traslado al otro lado del río Gaza, sino que está obstaculizando el movimiento de la población en la Franja.
Por último, tenemos que destacar no solo el alto grado de violencia sino la deshumanización de las víctimas y el exhibicionismo de sus acciones. La decapitación de bebés, la humillación de las víctimas, incluso después de muertas, y el desprecio con el que trataban a los (221) rehenes en su camino a Gaza solo es comparable con el trato que el Estado Islámico dio a sus víctimas en los años del Califato. Lejos de arrepentirse, esa violencia fue grabada y difundida con orgullo en las redes sociales como muestra del grado de deshumanización de sus víctimas y de la crueldad de sus acciones. A nadie se le van a olvidar las imágenes de esas chicas embadurnadas en sangre que eran forzadas a subirse a las camionetas. Esa vocación de exhibir el dolor, esas ganas de humillar a los civiles indefensos, se asienta en un odio que quedó plasmado en su carta fundacional, donde se afirma que no hay lugar para la negociación y que el único camino es la yihad.
Como hemos visto a lo largo de este artículo, tanto en sus fundamentos filosóficos como en sus fines y, por supuesto, en sus acciones, Hamas guarda grandes semejanzas con el Estado Islámico, con Al Qaeda o con los talibán. Si el mundo -incluyendo a los países árabes- fue capaz de organizar coaliciones internacionales cuyo objetivo era aniquilar estos regímenes políticos medievales, la pregunta es muy simple: ¿Por qué ahora estamos blanqueando y justificando el terror?
Alberto Priego Moreno es profesor de la Facultad de Derecho de ICADE, en la Universidad Pontificia de Comillas