¿Cómo es posible que los asamblearios hayan elegido como su candidato ideal al ‘número dos’ de Rubiales?
NotMid 13/04/2024
EDITORIAL
Las circunstancias que rodean al presidente de la Federación de Fútbol, Pedro Rocha, son la constatación palmaria del funcionamiento clientelar del órgano rector, otra prueba más de que este se ha convertido en un reservorio de corrupción y de que limpiarlo exigirá una transformación profunda. El jueves, Rocha se convertía en el único candidato capaz de reunir los avales para presentarse a las nuevas elecciones de manera aplastante: logró 107 de los 138 posibles. Un día después, la jueza del caso Rubiales decidió imputar al propio Rocha, que hasta ayer acudía al proceso en calidad de testigo, y el Tribunal de Arbitraje Deportivo estudia abrirle un expediente sancionador que sitúa al presidente de la gestora al borde de la inhabilitación.
¿Cómo es posible que los asamblearios hayan elegido como su candidato ideal al número dos de Rubiales, que acumula innumerables imputaciones? ¿A un Rocha que hace tan sólo un mes adjudicó contratos de 1,3 millones a la constructora que, según la Guardia Civil, pagaba comisiones al propio Rubiales? La respuesta es clara: la Federación, un aparato endogámico, está viciada desde la cúpula hasta la base. Es tal la sensación de corrupción extendida que ofrece que, a la vista de lo ocurrido, ni unas elecciones podrán cambiar la cara de nuestro fútbol. Harán falta tiempo y responsabilidad para desmantelar semejante entramado clientelar. La imagen que proyectamos en el exterior, con el Mundial en el horizonte, es nefasta. La intervención del Consejo Superior de Deportes o de la FIFA no puede demorarse.