NotMid 08/03/2025
OPINIÓN
ESTEBAN TRAPIELLO
Se avecinan tiempos más oscuros de lo que nadie podía imaginar hace apenas un par de meses, y eso que en España llevamos siete años curándonos de espanto.
¿Qué es peor, DTrump o PSánchez? Repárese en que no se pregunta quién es peor, sino qué es peor. Y es una pregunta difícil de responder.
Los parecidos personales son patentes: mentirosos, narcisistas y sedientos de mando hasta el delirio. Capaces de hacer o decir cualquier cosa con tal de llegar y mantenerse en el poder.
En fin, ninguno de los dos responde a la clase de viajeros que uno querría conocer en un tren, ni se les conoce tampoco un solo acto noble, ejemplar y desinteresado, ni una sola virtud, más allá de la ciega determinación para acabar con todo aquello que les estorbe el paso. A mil pies de Zelenski, al que Trump desprecia por encarnar virtudes que él no conoce ni por rumores, y al que PSánchez… Después de condonar 17 mil millones a los malversadores de Cataluña, le ha dado mil como quien aparta una propina para el croupier.
De modo que mejor no tener que elegir a ninguno de los dos, y volver a reformular la pregunta inicial: ¿para cuál de sus políticas, siendo ponzoñosas ambas, no tendremos un antídoto? ¿Los aranceles sobre el aceite de oliva o las sucesivas, inmorales y escandalosas cesiones a los nacionalistas? ¿La retirada de los Estados Unidos de la guerra en Ucrania o la permanencia del ejército ruso en los territorios conquistados por Putin, como desean los aliados comunistas de PSánchez?
Se ha advertido tarde, pero de una manera nítida: Trump dice desear el fin de la guerra en Ucrania, pero acaso la desea tanto o más que Putin para repartirse Ucrania y al mismo tiempo acabar con Europa, a la que tratará de ahogar en el gasto militar, como en su día la Otan desbocó la carrera armamentística de la Urss que la llevó a la quiebra y a la postre a su desaparición. De modo que no es Zelenski quien esté abocando a Europa a la tercera guerra mundial, como sostiene Trump, sino el propio Trump. En cuanto a PSánchez la guerra le da igual (le ha dado lo mismo hasta ahora), no así Trump, a quien necesita al menos tres años más para acabar con la oposición.
Hubo un tiempo en que PSánchez y sus partidarios mantuvieron que habían tenido que arrostrar colosales reveses: la pandemia, el volcán, el temporal Filomena… Si se estudian las secuencias de esas catástrofes se verá que han resultado providenciales para él; cada una de ellas le ha servido para nublar aquellos de sus actos que iban poniendo en entredicho su palabra (la amnistía), su gobierno (corrupto de arriba abajo) y a su seres queridos (aquejados por los mismos delirios que el paterfamilias; al fin y al cabo, si este plagió la tesis, ¿por qué su mujer no podía tener una cátedra sin la titulación correspondiente?, y si un hermano quería salir elegido secretario general de su partido, pucherazo mediante, ¿por qué otro no iba a cobrar sin trabajar?).
El último episodio en su insólita carrera política ha sido el de esta semana: la transferencia de las competencias estatales sobre inmigración y fronteras, en un acuerdo con unos delincuentes y tan inconstitucional como la amnistía, pero aún más inmoral y repulsivo por sus tintes racistas (y tanto si esa ley se aprueba como si no, lo más alarmante es la confirmación: lo que PSánchez está dispuesto a pactar para mantenerse en el poder).
Qué duda cabe que si la Unión Europea entra en guerra contra Rusia en Ucrania, todos estos asuntos domésticos nos parecerían cosa de poca monta. A PSánchez y sus partidarios, sin haber entrado todavía en ella, también se lo deben de parecer. Quiero decir, poco menos que ordenanzas municipales. Para llegar a las noticias sobre los escándalos y decisiones escabrosas del Gobierno en sus medios y seudomedios afines, tiene uno que pasar antes por un rimero interminable de informaciones sobre Ucrania, la guerra, Putin, Macron, Von der Leyen y siempre Trump. Todo antes que recordar de qué pasta están hechos PSánchez y los suyos, que se «indisponen» y desaparecen en cuanto tienen que dar explicaciones.
Sus cálculos deben de ser a estas alturas más o menos estos: que la guerra en Ucrania dure hasta las próximas elecciones generales en España, y en todo caso mejor con Trump que sin él. Trump es ya el providencial «detente bala» que llevaban los soldados carlistas cosido al pecho. Y quien dice bala, quiere decir su sintagma preferido: «la-derecha-y-la-ultraderecha».
Durante estos siete años ha deseado uno el fracaso de las políticas de PSánchez por conniventes con el nacionalismo, el racismo y el etarrismo, por cerrilles con el género y por revisionistas con la Mentira Histórica. De pobre, si se sustanciaran los aranceles trumpistas, se sale. De la destrucción democrática, moral y política que está llevando a cabo PSánchez, nadie sabe si se podrá salir ni cómo, como tampoco de una guerra. Por eso la pregunta inicial es difícil de responder. Sólo esto es cierto, Trump y PSánchez también están de acuerdo en lo primordial: acabar con la democracia liberal que hizo grande a Europa (y a América), que sólo volverán a su antigua excelencia sin el uno y sin el otro.
Pero se avecinan tiempos más oscuros de lo que nadie podía imaginar. Pregunten, si no, por qué después de siete años hay tantos millones que siguen todavía queriendo votar a PSánchez y, después de sus primeros cuarenta demenciales días, tantos a DTrump.