Zelenski no escogió Guernica por sus similitudes con Ucrania, sino por su poder simbólico
NotMid 09/04/2022
OPINIÓN
DAVID MEJÍA
Las dos Españas estarán eternamente unidas por el puente de la estupidez. El presidente Zelenski se dirigió al Parlamento español el pasado martes y, con la intención de ganarse nuestra empatía, dijo: «Estamos en abril de 2022, pero parece abril de 1937 en Guernica». La estrategia de elegir una efeméride local para engalanar su discurso de resistencia y agitar conciencias no la estrenaba con nosotros: mencionó Pearl Harbor ante Estados Unidos, Verdún ante Francia y parafraseo a Winston Churchill ante el Reino Unido. Pensó Zelenski que con Guernica pisaba un suelo de comparable firmeza, y no.
Santiago Abascal no tardó en recriminarle la comparación. Para el líder de Vox, una comparación con las matanzas de Paracuellos habría sido más adecuada; a los pocos minutos «Paracuellos» era trending topic en Twitter. Pero Zelenski no escogió Guernica por sus similitudes con Ucrania, sino por su poder simbólico; el bombardeo adquirió fama internacional tras las crónicas del New York Times y el cuadro de Picasso. Además, la referencia a Guernica emite múltiples señales: se trata de un bombardeo indiscriminado sobre la población civil, lo perpetra la aviación nazi y subraya la idea de que los grandes conflictos se ensayan antes a menor escala, haciendo así un llamamiento a detener al tirano antes de que sea demasiado tarde. Abascal, como tantos políticos, no es consciente de cuántos sofocos nos ahorraría si viera más allá de sus batallas.
Por suerte para él, en España siempre hay alguien que baja el nivel. Esa misma tarde, una contertulia televisiva consideró pertinente apuntar lo siguiente: «Ni los que bombardearon Guernica eran malos, ni los bombardeados eran tan buenos». El apunte, indigno de cualquiera que haya superado la primaria, generó indignación, porque hasta los más torpes saben que la equidistancia no cabe en Guernica. Pero, lamentablemente, esa indignación provocó un alud de postillas de similar altura intelectual; un comentario aislado y delirante fue elevado a prueba definitiva de la naturaleza filofascista de media España.
Y es aquí donde las dos Españas se unen para formar un único bloque de estupidez. Aprovechando que «Paracuellos» era trending topic, una de las Españas se mostró indignada porque la otra pudiera sentirse descendiente de los asesinados en Paracuellos. ¡Qué anomalía democrática! ¡Mientras que en Europa los partidos democráticos cierran filas con el antifascismo (cosa, por otra parte, falsa) media España sigue identificándose con él! Una reflexión que solo puede venir de quienes lo desconocen todo sobre la guerra civil española.
Hay que ser tonto para indignarse porque un político extranjero utilice Guernica como ejemplo de masacre, e igual de tonto para considerar que una mención a Paracuellos es un acto de exaltación del fascismo. La buena noticia es que, bien mirado, las dos Españas son una: la España tonta.
TheObjective