Expertos militares y políticos daneses señalan que Washington ejerce desde hace tiempo un control militar casi absoluto sobre la isla ártica gracias a sus acuerdos bilaterales con Dinamarca
NotMid 11/01/2025
EUROPA
Groenlandia es la ruta más corta para que un misil nuclear ruso alcance suelo estadounidense. Ese simple dato explica mejor que ningún otro el interés expresado por Donald Trump, con su proverbial falta de diplomacia, en la inmensa isla ártica, un territorio autónomo bajo administración del Reino de Dinamarca, con 57.000 habitantes y casi 2,2 millones de kilómetros cuadrados (4,3 veces la extensión de España).
El presidente electo de Estados Unidos, que ya en 2019 lanzó la idea de comprar la isla, ha recuperado el plan esta Navidad con más insistencia aún y sin descartar el uso de presiones económicas o militares para conseguir su objetivo. “En interés de la seguridad nacional y la libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta”, escribió en la red Truth Social en relación con el nombramiento de Ken Howery como futuro embajador en Copenhague.
Para una gran mayoría de los expertos militares y políticos daneses, las declaraciones de Trump, cuyo hijo Donald Jr., visitó este martes Nuuk, la capital groenlandesa, resultan algo desconcertantes y las ven más bien como un nuevo ejemplo del provocador estilo retórico que emplea para intimidar tanto a gobiernos amigos como enemigos, así como para impresionar a la opinión pública de su país.
Peter Viggo Jakobsen, analista del Instituto de Estrategia y Estudios de Guerra de la Academia de Defensa, recuerda que, “si se quiere decir lo más claramente posible, Groenlandia está ya de facto ocupada por Estados Unidos, aunque haya sido por invitación, en virtud del acuerdo sobre la Base Espacial de Pituffik [anteriormente conocida como Base Aérea de Thule]”. Una concesión que se remonta a los años 40 del siglo pasado. En 2023, además, Washington y Copenhague firmaron un acuerdo adicional de seguridad de 10 años de duración, irrescindible, por el cual se permite que tropas estadounidenses puedan ser estacionadas en todo el territorio danés.
“Toda esta discusión sobre presión militar es absurda, los norteamericanos ya tienen control militar sobre Groenlandia”, señala Jakobsen. “El acuerdo sobre Pituffik les autoriza a hacer allí lo que quieran. Así lo han hecho siempre y así lo seguirán haciendo. Cada vez que han pedido algo, se les ha concedido. Muestra de ello es que, durante la Guerra Fría, almacenaron misiles nucleares en Groenlandia. Ni siquiera estaban obligados a pedir permiso. Se limitaron a preguntar al Gobierno danés si deseaba ser informado sobre ello y el Gobierno respondió que no hacía falta”.
Tras el mensaje navideño de Trump, las autoridades danesas anunciaron un considerable incremento del gasto en seguridad en Groenlandia que muchos medios internacionales han malinterpretado como un toque de atención al presidente electo. En realidad, se trata de todo lo contrario. “Estados Unidos quería desde hace tiempo que Dinamarca invirtiese en más capacidades en la región”, apunta Jon Rahbek-Clemmensen, director del Centro de Estudios de Seguridad del Ártico en el Real Colegio de Defensa. “El plan presentado responde a ese deseo: un gasto de miles de millones de dólares consistente en nuevos buques de inspección y aviones no tripulados, mayor dotación de personal en Nuuk y la mejora de un aeropuerto para que pueda recibir aviones F35”.
“Lo que explica el creciente interés de Estados Unidos por Groenlandia es la tensa situación geopolítica actual”, añade. “La presencia militar rusa en la zona ha aumentado. Desde la anexión de la península de Crimea en 2014, Rusia ha construido más de 475 instalaciones militares en la región ártica. Se trata de disuadir a Moscú y de ser capaces de detectar y, en última instancia, neutralizar los aviones y submarinos rusos que operan en el Ártico o el Atlántico Norte”.
De acuerdo con Ulrik Pram Gad, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales, “Estados Unidos ya ha visto cumplidos sus deseos desde el punto de vista estratégico, incluida la Base Espacial de Pituffik y sus 150 soldados, además del acceso a los minerales y, no menos importante, el hecho de que las demás potencias mundiales no estén presentes en Groenlandia”
“Al mismo tiempo, Trump interpreta sus alianzas con otros países de una manera completamente diferente a la de otros presidentes. Percibe las relaciones con la OTAN, Corea del Sur o Japón como un jefe de la mafia que no recibe suficiente dinero de protección”, afirma Pram Gad.
La primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, ha reaccionado con cautela a las palabras de Trump, subrayando que Estados Unidos es “el aliado más importante de Dinamarca”. En su opinión, “es positivo que un aliado tan estrecho muestre interés por Groenlandia, aunque esto debe hacerse con respeto hacia los groenlandeses“.
El ministro de Asuntos Exteriores danés, el moderado Lars Løkke Rasmussen, primer ministro de 2009 a 2011 y de 2015 a 2019, tampoco pierde la calma: “No veo que sea una crisis política. El interés de Trump en Groenlandia está justificado por los movimientos rusos en la región”.
Múte Bourup Egede, presidente autonómico desde 2021 y líder del partido separatista Comunidad del Pueblo, insiste en que Groenlandia no está en venta y que sólo los groenlandeses decidirán su futuro. Cabe recordar, no obstante, que el Gobierno de la isla no tiene ninguna competencia en materia de Constitución, ciudadanía, Tribunal Supremo, política exterior, política de defensa y de seguridad y política monetaria.
Si bien la Ley de Autonomía de 2009 contempla la posibilidad de celebrar un referéndum sobre la independencia, el hecho de que el bloque de subsidio danés que recibe anualmente Groenlandia suponga la mitad de su economía hace de momento inviable ese supuesto. Sin embargo, los expertos Pram Gad y Rahbek-Clemmensen coinciden en que la atención de Trump brinda a los groenlandeses nuevas cartas que jugar en su relación con Dinamarca.
“Trump tiene razón cuando dice que los groenlandeses quieren que Estados Unidos esté allí”, indica Pram Gad. “Desean expandir sus dependencias para no estar únicamente unidos a Dinamarca. Eso les permitirá ampliar su capacidad de decisión. De ahí esa posición oficiosa respecto a Trump de Not for sale, but open for business (No en venta, pero abierta a los negocios)”
Agencias