NotMid 08/01(2022
El Barcelona enlazó su quinta jornada sin perder al empatar 1-1 en el campo del Granada, en un partido que acabó en inferioridad por la expulsión de Gavi a los 79 minutos y en el que dejó IR dos puntos en la recta final, al igualar Antonio Puertas en el 89, con lo que sigue fuera de los puestos de Liga de Campeones.
Tras una primera parte de dominio azulgrana, pero sin apenas ocasiones, un tanto del neerlandés Luuk de Jong -el segundo seguido en Liga- adelantó en el minuto 57 a un Barcelona que acabó con diez por la doble amarilla de Pablo Páez Gavira ‘Gavi’ en el 79 y no pudo evitar el empate local, obra de Antonio Puertas un minuto antes de los 90 reglamentarios, para un Granada que encadena siete jornadas invicto.
El Barcelona dominó en la primera parte ante un Granada que juntó bastante sus líneas y estuvo casi siempre bien colocado sobre el terreno de juego, lo que impidió que el equipo de Xavi Hernández encontrara fluidez en su circulación de balón.
Los culés buscaron con asiduidad a Ousmane Dembélé, aunque Carlos Neva frenó al galo y fueron sus compañeros en el ataque azulgrana, el joven Ferrán Jutglá y Luuk de Jong, los generadores del poco peligro visitante en el primer tiempo.
El neerlandés marcó de cabeza en el minuto 8, en posición legal pese a que el asistente había invalidado el gol por fuera de juego, anulando el tanto el colegiado asturiano González Fuertes a instancias del VAR por posición antirreglamentaria de Gavi en el origen de la jugada.
Jutgla y Luuk de Jong se volvieron a asociar al cuarto de hora en una acción que finalizó el neerlandés con un acrobático y precioso remate de espuela que no encontró portería por muy poco.
El Granada, agarrado en demasía a sus opciones de crear peligro a la contra, creció con el paso de los minutos y asustó por primera vez mediado el primer acto con un remate fuera de Joaquín Marín ‘Quini’.
Poco después gozaron los locales de la ocasión más clara del primer tiempo, con un disparo del venezolano Darwin MachIs que sacó bien abajo el alemán Marc-André Ter Stegen.
Volvió a apretar el Barcelona en los minutos previos al descanso, con la zaga local demasiado metida atrás, aunque apenas encontró huecos y sólo buscó el gol con remates tan lejanos como mal ejecutados de Dembele y de Jutglá.
No varió demasiado el guion en el segundo tiempo, con Dembele sin dejar de intentarlo en un equipo visitante en el que tuvo que entrar en el minuto 54 el francés Clément Lenglet en lugar de Eric García, que dejó el campo lesionado.
El Granada dio un paso adelante y tanto Machís como el colombiano Luis Suárez chutaron sin puntería en buenas posiciones para marcar.
La respuesta de los pupilos de Xavi fue tan contundente que significó el 0-1, marcado en el minuto 57 por un letal Luuk de Jong, que le ganó la partida a Raúl Torrente y a Víctor Díaz en el área para cabecear a la perfección el centro desde la derecha del brasileño Dani Alves y hacer su segundo gol seguido en Liga, tras marcar también en Mallorca (0-1).
La reacción local llegó con un cabezazo fuera de Antonio Puertas. El técnico Robert Moreno dio entrada a varios jugadores desde el banquillo, entre ellos al atacante Álex Collado, primer fichaje estival de un Granada al que llega cedido por el propio Barcelona.
Los locales trataron de tomar el mando de un choque cada vez más roto en el último cuarto del mismo ante un Barça que se defendía sin muchos apuros, pero al que costaba demasiado trabajo controlar el duelo a partir de la posesión.
El marroquí Ez Abde, muy incisivo por la izquierda, pudo sentenciar la contienda a la contra en el minuto 75, aunque su tiro no encontró portería.
Se volcó del todo el Granada a partir del minuto 79, que fue cuando el Barcelona se quedó en inferioridad numérica al ver Gavi la segunda amarilla por una falta a Álex Collado.
Luis Milla puso en apuros a Ter Stegen con un disparo lejano y el portugués Domingos Duarte también se acercó al empate con un cabezazo que no encontró portería, hasta que llegó la igualada en el minuto 89 al enganchar Puertas con la zurda un balón suelto en el área y mandar el balón lejos del alcance de Ter Stegen.
El meta alemán, incluso, evitó la derrota de los suyos en el tiempo añadido con una gran parada ante un disparo lejano de Ángel Montoro.


Modric pone orden frente al Valencia
Un penalti muy discutido Casemiro abre el camino a un líder que recupera la solidez bajo la dirección de Modric, la chispa de Vinicius y la clase de Benzema
Se acabaron las vacaciones. El Madrid recuperó el aspecto de equipo hecho, blindado, que había abierto hueco en LaLiga y que no compareció en Getafe, tras la Navidad. Frente a un rival de altura, que en la primera vuelta le tuvo contra las cuerdas, fue ampliamente superior en todos los frentes. Puede quejarse el Valencia de que el duelo viró al borde del descanso con un penaltito, pero es mal consuelo. En realidad no supo cómo detener el caudal de juego de Modric, con la fuerza de un juvenil y la sabiduría de un veterano. Tampoco pudo contener el veneno de Vinicius, la clase de Benzema, la precisión de Kroos… Del Madrid en general.
Los partidos entre Real Madrid y Valencia, en el Bernabéu o en Mestalla, son siempre de alto voltaje. Difícil encontrar partidos anodinos, insulsos, sin chicha sobre la que discutir. Tampoco hubo excepción esta vez, con un penaltito de Alderete a Casemiro, de esos que dijo Ancelotti que no se pitaban, pero que esta vez sí. Y fue Hernández Hernández, un colegiado señalado por el madridismo como sospechoso habitual, quien interpretó como punible la caída del brasileño, que se fue al suelo nada más sentir el contacto. En directo pareció enganchón, cierto, y en la repetición se ve un ligero toque abajo. Los que hablen de favores al equipo blanco, sepan que el Bernabéu sólo ha visto dos penaltis en la temporada, el del 5-2 contra el Celta de septiembre y el estéril ante el Sheriff. Benzema repitió como entonces, con elegancia y finura, a la escuadra. 300 dianas. Y sin ser un goleador puro.
Se quejarán los valencianistas, que fueron menguando desde el inicio hasta el descanso. Entraron con mando y atrevimiento, Yunus a la espalda del guerrillero Maxi, y Guedes en izquierda para duplicar el veneno de ese costado con Gayá. Tuvieron el balón, con Guillamón dominando la medular, aunque no generaron apenas peligro más allá de un córner cerrado y un remate lejano de Guedes. Después del arranque, el Madrid llevó el partido a campo contrario. Cillesen supo que tendría trabajo desde el cabezazo de Militao, sin asomo de duda tras lo de Getafe. Se fajó con Maxi, imponiéndose casi siempre.
Fue Modric quien hizo crecer al Madrid. El croata conoce todos los secretos del juego, como si supiera de antemano qué va a hacer el contrario, hacia dónde girará la pelota, cuándo conviene presionar al rival. Cada balón que tocó fue un lujo, pero el jugadón que le devolvió el larguero fue pura clase. Control orientado, un amago, otro y remate. Esa acción ty otra de Asensio, enchufado, sacada con el pie por Cillessen completaron el sumario de un primer acto que, con o sin penalti, ya mereció apuntarse el Madrid.
En el segundo no hubo historia. Entró Vinicius en ebullición y castigó a los de Bordalás, que se fueron del partido. Perdieron el sitio y la pelota, cometiendo errores en balones fáciles, y el Madrid fue inflexible. Lucas con una diagonal inició la acción del segundo, con Kroos pivotando y Benzema como socio de Vini, pura electricidad. Tiró la pared el, brasileño, se fue en vertical y rebañó el balón muerto entre las piernas de Diakhaby. Definió como si tuviera sangre de anfibio. Si ya en la primera mitad había dejado un regate a Piccini sin tocar la bola, en la segunda se dejó de adornos. A la jaula. También tuvo premio a la entrega al perseguir la jugada que nació en robo de Kroos, Benzema sirvió para el remate de Asensio, activo pese a no tener premio, y la parada de Cillessen.
Ancelotti hizo cambios y retiró a Modric, despedido por el Bernabéu en pie. También se marchó Casemiro, y ahí tuvo su opción el Valencia, bien orientado por Wass. El danés tiene un cañón en la pierna derecha, y exigió un paradón de Courtois además de rozar el palo en otro par de ocasiones. Las contras del Madrid amenazaban con ampliar la cuenta, pero también es cierto que cayó la tensión defensiva. La muestra fue el penalti absurdo cometido por Mendy. Transformó Guedes a la segunda, tras otra buena parada de Courtois. Aún quedaba un último detalle para cerrar la función, de esos que penalizan a quienes se marchan antes para no coger atasco. El reverso de Benzema en el área para colocar junto al palo merece el precio de una entrada. El francés cerró así una goleada contundente. Buen espaldarazo antes del Clásico de Supercopa árabe.
Supervivencia al límite
Correa marcó desde 52 metros para adelantar a un Atleti superado 60′ por el Villarreal. Pau Torres y Gerard Moreno remontaron. Kondogbia hizo el 2-2 y fue expulsado.
Fue después de que Oblak arengara a Felipe y a Hermoso por la facilidad con la que el Villarreal se plantaba en su portería, en un córner, que Correa interceptaba un balón de Parejo en el círculo central, levantaba la cabeza y veía: Rulli estaba adelantado. El ‘10’ se frotó la bota derecha y le susurró, antes de golpearla: “Vuela”. Y voló. Rulli iba dando pases hacia atrás mientras miraba arriba y veía como esa pelota llegada de tan lejos, 52 metros, se precipitaba sobre él como cae un meteorito. Boom. El Atleti se arrancaba el dominio total del Villarreal de la mejor manera. Tumbándolo desde el marcador, a los diez minutos.
Porque la solución de Emery a las bajas fue perfecta. Gerard Moreno, solo arriba, era un tormento, siempre entre líneas, aquí, allá, por todo el frente de ataque, y Alberto Moreno resultaba indescifrable: estiraba Estupiñán por la izquierda mientras él se metía por dentro para jugar con libertad. Moi Gómez y Trigueros escudaban. El Villarreal tenía el fútbol, el dominio y el peligro. El Atleti pareció condenado a defenderse desde que pisó la hierba. Un Atleti sin tino en las salidas, sobre ese 4-4-2 que en la primera parte sólo fue un sistema de líneas rotas, de espaldas rotas. Si la meritocracia había sido la noticia en su once (Cunha y no João, la pareja Kondogbia-De Paul sentando a Koke), pronto lo fue su incapacidad para jugar un balón. La reacción del Villarreal al Correazo fue de grande: levantarse, sacudirse el polvo y a correr como si nada. No hay partido que no deje cicatrices y sólo de una manera podían reconstruir los guantes de Rulli: empatando rápido.
Lo buscó Gerard Moreno y se topó con el poste, primero, y, después, con Oblak, cuando lo intentó de penalti. Lo encontró Parejo al enviar a la red el rechace de ese penalti, precisamente. Pero cuando los futbolistas se dirigieron al centro para volver a jugar, el árbitro mantenía el dedo en la oreja. Llamada de VAR: el balón le había dado a Parejo en la mano. Anulado tras pasar por la pantalla. Lo logró de verdad Pau Torres al reabrir en la portería de Oblak esa herida: balón parado, balón que no logran blocar esos guantes que antes de todo hacían milagros, balón que caza el central amarillo para enviarlo a la red.
El Atleti se abalanzó sobre el descanso como un caminante por el desierto sobre un trago de agua. Lo necesitaba, lo pedía. La pelota le daba calambres. No le duraba; acongojado, baldío. La hierba a los pies de Rulli seguía virgen, sus guantes ya remendados. Koke veía desde el banquillo como Capoué y Parejo le daban una clase de juego a Kondogbia y De Paul.
Reacción del Atlético
El reposo no trajo cambios. Koke y João se levantaron de su asiento, sí, pero sólo para calentar en la banda. La única modificación del Cholo fue un paso hacia dentro de Lemar para dejarle toda la banda a Lodi. Arañó un córner. Y ya. Emery rascaba por los costados mientras Simeone se empeñaba en cerrar por dentro una puerta que, a los pies de Oblak, estaba abierta. Sus guardianes eran Felipe y Hermoso y tienen la contundencia de una pompa de jabón. Alberto Moreno culminó la remontada, tras desmarcarse, descargar en Gerard y lleva a la red su fabuloso pase filtrado. A Felipe le faltó ponerle un café y unas pastas mientras se dirigía a portería. Oblak tocó la pelota para nada, sólo suspense.
De una tacada, Simeone hizo los tres cambios que su equipo le pedía desde hacía un rato. Vrsaljko, Koke y João: el 4-4-2 demolido, el nuevo sistema, con tres centrales y dos carrileros, le dio una velocidad que no había tenido antes. El talento hizo mejor a su equipo. Cinco minutos después, Carrasco ganaba la línea de fondo y encontraba a Correa. Disparó el argentino, repelió Rulli sin blocar y Kondogbia le coló el rechace por debajo del cuerpo. Empate. El Villarreal se desplomó, sin piernas hasta el regreso de Pino. Pero el asedio del Atleti, que perdió a Kondogbia al final (roja), se quedó sin más premio. Los dos entrenadores, con un punto que a ninguno del todo llena.
RESULTADOS Y POSICIONES


LA TABLA


Agencias / Google