NotMid 06/09/2022
OPINIÓN
CRISTINA MONGE
Acertó Sanchez aceptando el envite de Feijóo de acudir al Senado a hablar del plan de ahorro energético y la estrategia para encarar la difícil situación energética en que Putin está dejando a Europa. En términos de lógica democrática, es fundamental que los líderes políticos debatan en sede parlamentaria los asuntos clave y muestren allí sus propuestas para hacerles frente. Se aleja así el Gobierno de esa crítica que le llega desde izquierda y derecha por acudir poco a debatir a las Cámaras y hacerlo sólo a última hora y cuando las propuestas están más que cocinadas. Cuando Feijóo lanzó la propuesta probablemente no esperaba que se aceptara. Solo así se entiende que minutos después se quejara de que el presidente del Gobierno aceptara su envite y lo acusara de querer hablar “sólo” de energía, tal como él mismo había pedido. Estamos ya en campaña y parece que todo vale. Ahora Feijóo se examinará en el Senado, en septiembre, tras la derrota que supuso para el PP el debate de política general del mes de julio, en el que el líder de los populares ni siquiera intentó intervenir.
El debate del martes en el Senado servirá para contrastar, fundamentalmente, las ideas de unos y otros sobre la situación energética. Si echamos un vistazo a lo que han hecho el resto de países europeos (aquí se puede ver un resumen) se comprobará que buena parte de las primeras medidas orientadas al ahorro son compartidas por unos y otros Estados, sean gobernados por socialistas, liberales o conservadores. Límites a la iluminación superflua como la de los escaparates por la noche o los monumentos, regulación de la temperatura máxima y mínima en lugares públicos, fomento de la eficiencia, etc. ¿Tiene el Partido Popular otras medidas alternativas a las que han aplicado también sus socios europeos? Esta es la clave del debate, porque la obsesión fiscal de los conservadores, la cantinela de bajar impuestos, puede ser útil en algunos casos, o no, pero no pasa de ser una subvención indirecta cuyo coste corre por cuenta del erario. Es curioso cómo la derecha pretende reducir los ingresos públicos mientras reclama que los Presupuestos Generales destinen más y más recursos a apuntalar el sector privado.
Por eso, si el debate amplía el foco, como debería, se extenderá a los impuestos a las grandes energéticas y los bancos. También esta medida, con sus adaptaciones en cada caso, es compartida por otros países europeos. El Reino Unido, con Boris Johnson aún en Downing Street, instauró en mayo un impuesto del 25% al beneficio de las empresas de petróleo y gas, en la misma línea del que había aprobado la Italia de Draghi, o la Hungría de Orban. ¿Se pondrá Feijóo del lado de las energéticas en este caso? Si es así, hará bueno el marco en el que Pedro Sánchez situó el curso político y el inicio de la campaña electoral hace unos días en esta entrevista en la Ser: el PSOE (y el Gobierno, se entiende), con la clase media y trabajadora, frente a un PP aliado con las grandes energéticas y financieras.
Acabará siendo Feijóo quien tenga que exponer sus propuestas, explicar por qué se opone sistemáticamente a las del Ejecutivo y demostrar su verdadero nivel como dirigente y su sentido de Estado
El asunto tiene una especial importancia no sólo por lo trascendente de las medidas en este momento, sino porque va a tener lugar mientras en Europa se plantea la auténtica discusión de fondo: cómo reformar el mercado eléctrico. Ha hecho falta una guerra para que la UE entendiera la necesidad de modificar un mercado estratégico como es el eléctrico, y no está claro aún qué herramientas de todas las disponibles utilizará para ello.
En este contexto, el Partido Popular tiene dos retos: mostrar cuál es su modelo energético a largo y sus medidas de ahorro a corto plazo, por un lado. Por otro, decidir si sigue la senda de sus homólogos en el resto de Europa o, por el contrario, se queda aislado y sin discurso. Feijóo quería examinar a su oponente trasladando el campo de juego al Senado, pero acabará siendo él quien tenga que exponer sus propuestas, explicar por qué se opone sistemáticamente a las del Ejecutivo y demostrar su verdadero nivel como dirigente y su sentido de Estado.