NotMid 23/10/2021
OPINIÓN
La Unión Europea no puede suplir la inoperancia de España a la hora de abordar la necesaria reforma del mercado energético. Este es el mensaje implícito que se desprende del fiasco que ha cosechado Sánchez en Bruselas, en su intento de arañar compromisos en el plano comunitario que le permitiesen abaratar el precio de la energía. Un encarecimiento que se registra desde enero y que ahoga la economía doméstica y profesional de los españoles, sin que el Ejecutivo de coalición haya logrado atajarlo con los sucesivos parches fallidos que ha improvisado. La realidad es que la UE está muy lejos de ser una unión energética: apenas cuatro o cinco socios dicen ver la necesidad de cambiar a gran escala el funcionamiento del mercado energético.
Es lógico que el Consejo Europeo no haya apoyado la iniciativa de Sánchez porque la función de la UE no es asumir la responsabilidad gestora que les corresponde a los gobiernos nacionales. Más cuando el cortoplacismo y la propaganda son, una vez más, la única receta que parece saber aplicar el Ejecutivo a una crisis de semejante calado. De proponer horarios imposibles para planchar a culpar a las eléctricas, Sánchez ha tratado de endosar a otros la responsabilidad por la subida de los precios como si se tratase del juego de la patata caliente.
Y los pocos pasos que ha dado para intentar frenar el alza no han sido más que ocurrencias con efectos perversos que han propagado inseguridad e incertidumbre en el sector y que, como hemos advertido, se ha acabado trasladando a los hogares, a los pequeños negocios y a las grandes industrias en forma de unos sobrecostes que lastran la actividad.
La crisis energética ha desbordado las capacidades del presidente, quien en la oposición denunciaba que la política energética del Gobierno de Rajoy empobrecía al país: por desgracia, aquellos recibos de la luz resultan hoy inalcanzablemente baratos. La relación entre Moncloa y las compañías del sector ha quedado maltrecha, y no sabemos cómo se comportará el mercado, pero el invierno será duro. Por eso mismo, y por sus necesidades electorales, Macron acaba de incurrir en un burdo ejercicio de populismo que muchos nos tememos que ahora quiera imitar Sánchez: un aguinaldo energético de 100 euros con el que el presidente francés pretende compensar el alza del recibo, como si ello solucionase el problema. Una medida gravosa en Francia que lo sería mucha más en España.
ElMundo