Si algo no era el PSOE de Felipe y de Guerra, eso que llaman el viejo PSOE o el PSOE caoba, es un partido de militantes
NotMid 29/09/2023
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Si es prensa, dirán que es de derechas. Como así se califica a la que ejerce el debido control sobre el Gobierno y la oposición, habrá que concluir que «prensa de derechas» ya es un pleonasmo. Luego hay una serie de comentaristas de lo que publica la prensa, que escriben en boletines orgánicos y que claman coacción o traición cuando la prensa critica a la derecha y golpismo cuando critica a la izquierda. Son estos lo que han convertido en innecesario el adjetivo. Porque prensa, lo que se dice prensa, es aquella a la que le cosen el «de derechas».
Bien, los analistas de la prensa, decíamos, creen que la sonda que mide la profundidad de la sima moral a la que ha descendido el PSOE es esta frase de Óscar Puente pronunciada en la solemne ceremonia de un pleno de investidura. El diputado Puente leyó, por tanto alguien antes lo escribió, que José María Aznar «instigó los peores atentados terroristas de la historia de España». No es una mala marca, pero en absoluto es un récord de inmersión de Puente. Antes otros socialistas habían descendido allí. El dóberman, que era en realidad una rottweiler, murió de viejo.
Sí hay dos pasajes sensacionalmente novedosos en la intervención del ex alcalde de Valladolid y que informan de que el viaje del sanchismo, que comenzó en un Peugeot, es de imposible retorno. Puente certificó que «este PSOE ya se blindó hace años contra cualquier injerencia interna en sus procesos de tomas de decisiones (…). Este PSOE ya no es de sus dirigentes, ni de los actuales ni de los históricos. Este PSOE es de sus militantes». Resumen amable del giro plebiscitario que Sánchez culminó con la aprobación del reglamento que despojaba de sus atributos al Comité Federal.
Abstraigámonos del cinismo, descubierto poco después, cuando un Herminio Rufino se estrenó con gloria en el Congreso. Justo había ido a patinar el diputado que Ferraz impuso en lugar de Ignacio Urquizu, que es a quien habían elegido los militantes.
Si algo no era el PSOE de Felipe y de Guerra, eso que llaman el viejo PSOE o el PSOE caoba, es un partido de militantes. No iban por los mítines confiscando banderas republicanas en la campaña del 82 por capricho. Fue su gran logro, apelar al votante y no al militante, porque su aspiración era la mayoría social, sintagma del todo ajeno a Pedro Sánchez. La otra refulgente frase del discurso es sólo la conclusión lógica: «Nosotros estamos encantados con el resultado electoral». El orgullo de ser una minoría suficiente.