En Hangzhou, uno de los músculos tecnológicos de China, nació el ‘chatbot’ que ha dado un golpe al tablero tecnológico mundial y que, como sus iguales patrios, tiene en la censura su punto débil.
NotMid 02/02/2025
ASIA
En la oficina de DeepSeek, encajada entre empresas financieras en un rascacielos de la ciudad china de Hangzhou, no hay nadie estos días respondiendo a las miles de llamadas y correos electrónicos que llegan de periodistas de todo el mundo en busca de alguna declaración tras el terremoto que el nuevo fenómeno de inteligencia artificial ha provocado esta semana en los mercados. Nadie descuelga el teléfono porque sus empleados, menos de un centenar, se encuentran de vacaciones por el Año Nuevo Chino. Esta es la primera razón. Pero también es cierto que, aunque no fuera festivo, no habría ninguna persona para atender preguntas. La empresa acostumbra a mantener un perfil tan bajo que no cuenta con un departamento de prensa. Ni tan siquiera con un trabajador que se ocupe de las relaciones públicas.
Alguien que sí se encuentra ahora trabajando en el rascacielos de Hangzhou es el guardia de seguridad, quien no ha terminado de entender muy bien el trasiego de periodistas y curiosos que rondan estos días los alrededores del edificio. Al tipo ni le suena el nombre de DeepSeek, la startup que desarrolló el asistente IA, con el que comparte nombre, y que ha sido el más popular del mundo esta semana; la que ha reventado las credenciales que parecían inamovibles de los gigantes estadounidenses como líderes en IA.
El guardia, sin embargo, cuenta que, entre el perfil de veterano tiburón de las finanzas que predomina en esta torre de oficinas, le llama la atención que desde hace unos pocos años en una de las plantas trabajan en su mayoría veinteañeros desenfadados. “Son extremadamente jóvenes y están llenos de vitalidad”, asegura.
La dirección de la oficina de DeepSeek es la misma que la de High-Flyer Quant, el fondo de cobertura que hizo millonario a Liang Wenfeng, un brillante ingeniero de 40 años, hijo de un profesor de primaria de una zona rural de la provincia china sureña de Guangzhou, que de pequeño sufrió bullying en el colegio. Los otros niños se metían con él por su corte de pelo y porque decían que era muy friki. Liang, después de hacer fortuna al lograr integrar con mucho éxito modelos de aprendizaje de IA para predecir las tendencias del mercado, desarrolló el chatbot que ha roto todos los esquemas de la industria.
Los medios chinos han contado que, para desarrollar DeepSeek, Liang fue en busca de los mejores talentos jóvenes que destacaban en las escuelas chinas de programación e ingeniería electrónica, y que también reclutó a expertos nacionales que estaban trabajando en el extranjero, sobre todo en instituciones tecnológicas estadounidenses.
“Nuestro equipo principalmente está formado por recién graduados y trabajadores con apenas uno o dos años de experiencia laboral”, soltó Liang en una entrevista el pasado diciembre tras lanzar sus modelos de IA, DeepSeek-V3 y DeepSeek-R1, que estuvieron disponibles en las tiendas de aplicaciones el 20 de enero. Liang había vendido que el rendimiento de su chatbot estaba al mismo nivel, o incluso superior, que el ChatGPT de OpenAI en tareas complejas como las matemáticas, codificación y razonamiento en lenguaje natural.
Nadie le creyó hasta que en Silicon Valley comenzaron a poner a prueba el R1 con problemas matemáticos que resolvía mucho más rápido que ChatGPT. La sorpresa fue mayor en la meca de la tecnología cuando DeepSeek aseguró que la aplicación había costado sólo 5,58 millones de dólares, muchos cientos de millones menos que sus contrapartes estadounidenses, y que se había desarrollado sin contar con chips de alto rendimiento, que hasta ese momento se creían fundamentales para lanzar estos modelos tan avanzados. Además, implementaba una política de código abierto para sus productos, exponiendo el código y la arquitectura del modelo de una forma que permite al público verlo, usarlo y modificarlo. Esto implica que muchas pequeñas y medianas empresas pueden utilizar directamente su modelo y reducir en gran medida los costes de I+D.
¿Cómo una empresa totalmente desconocida había logrado esto? ¿Cómo la startup china consiguió superar las restricciones tecnológicas estadounidenses y desarrollar un modelo de bajo coste tan sofisticado cuya irrupción hundió las acciones de grandes tecnológicas de Wall Street? Hay que volver al origen para conocer las respuestas.
‘Hub’ innovador
Hangzhou fue una de las siete capitales antiguas de China y es uno de los principales músculos tecnológicos del país, con el gigante Alibaba, que tiene su sede en esta ciudad, como su principal gallina de los huevos de oro. La prosperidad durante los años dorados de crecimiento económico convirtió a esta megaurbe de 12 millones de habitantes en un terreno muy fértil para todo tipo de startup. Las que más triunfaron al principio fueron aquellas vinculadas al comercio electrónico. Barrios enteros fueron inundados por 5.000 empresas dedicadas a fabricar streamers capaces de vender todo tipo de productos a una audiencia de más de 600 millones de personas, es decir, a los chinos enganchados a las retransmisiones en vídeo en las plataformas.
En este entorno propicio para emprendedores se han levantado empresas líderes en distintos sectores, como Yushu Technology, que ha creado un ejército de perros robot que están revolucionando el mundo de la robótica; Qiannao Technology, una compañía pionera en el desarrollo de la interfaz cerebro-computadora; o Game Science, el desarrollador de videojuegos que está detrás del fenómeno Black Myth: Wukong, el título que arrasó el mercado el año pasado.

Todas estas potentes empresas están asentadas en distintos parques tecnológicos repartidos por Hangzhou. Por ello, una de las cosas que más llamó la atención a los que buscaron la dirección de DeepSeek fue que su oficina se encontraba en un rascacielos dominado por compañías financieras.
Varios programas de televisión chinos han enviado a sus cámaras y reporteros a realizar directos en la puerta del edificio después de que DeepSeek reventara el pasado lunes las bolsas mundiales, llegando a hundir el valor de Nvidia, el gigante estadounidense de los chips, y provocando un cataclismo en el mercado de las tecnológicas por la ola de pánico entre los grandes inversores, que se han dado cuenta de que el gigante asiático amenaza el dominio de los actuales líderes del sector de la IA.
En China están encantados de que su chatbot de bajo coste desafíe a ChatGPT. Y, lo que es más importante para el gobernante Partido Comunista, que la bestial irrupción de DeepSeek haya sido un inesperado golpe en el tablero geopolítico, sobre todo para la supremacía tecnológica de EEUU después de que, desde Washington, lleven años tratando de ahogar a Pekín con todo tipo de restricciones para limitar su acceso a los chips más avanzados. “Hace unos años, cuando no era nadie aún y estaba montando el fondo de cobertura, Liang Wenfeng dijo a sus socios que su propósito era cambiar las reglas del juego en la industria de la IA construyendo un gran modelo muy barato, accesible para todo el mundo. Por supuesto, nadie lo tomó en serio entonces, cuentan al diario chino Guagming Daily fuentes muy cercanas a Liang.
Utilizando la IA y los algoritmos para identificar patrones que podrían afectar a los precios de las acciones, Liang acumuló una gran fortuna después de fundar en 2015 High-Flyer Quant, que cuatro años después ya manejaba activos de más de 10.000 millones de yuanes (unos 1.300 millones de euros). Fue en 2023 cuando la empresa, que había podido comprar chips menos avanzados a Nvidia antes de que EEUU comenzara la oleada dura de restricciones, presentó sus primeras pruebas de una serie de modelos de IA, entre los que se encontraba DeepSeek.
“Para Liang, DeepSeek es más bien un proyecto secundario o un pasatiempo, impulsado por una profunda curiosidad y un compromiso con la investigación fundamental. Su enfoque consiste en comprender la esencia de la inteligencia humana y los procesos que la sustentan, y cree que dicha exploración es crucial a pesar de la falta de incentivos comerciales inmediatos”, analiza un retrato trazado por el diario estatal chino The Paper.
“Vemos que la inteligencia artificial de China no puede continuar teniendo un perfil más bajo que el resto. A menudo decimos que hay una brecha de uno o dos años entre China y Estados Unidos, pero la brecha real es entre la originalidad y la imitación. Si esto no cambia, China siempre será un imitador”, afirmó Liang en la única entrevista que concedió -a un medio chino- tras presentar a su chabot. “El coste fue tan bajo en comparación con otros modelos porque creemos que los servicios de IA deben ser asequibles y accesibles para todos”
Aunque el país esté de vacaciones por el Año Nuevo, en el gran laboratorio de startup de China todos hablan del último fenómeno. Aquí, en su casa, al igual que en Silicon Valley, no vieron venir tampoco el pelotazo del modelo de IA de Liang. En la burbuja de ingenieros y programadores de Hangzhou destacan que, además del perfil de empleados novatos y muy jóvenes de DeepSeek, la compañía paga muy bien a sus investigadores de aprendizaje profundo y a sus desarrolladores: hasta 110.000 yuanes mensuales, que al cambio son casi 15.000 euros. Un sueldo muy elevado teniendo en cuenta que el coste medio del nivel de vida de Hangzhou es mucho menor que el de cualquier gran ciudad de Occidente donde viven los trabajadores de los titanes de la inteligencia artificial.
DÍA ‘D’
DeepSeek hizo su última actualización el lunes 27 de enero, horas antes de que Occidente despertara con la sacudida en los mercados y el desplome de las grandes tecnológicas, empezando por la caída de 600.000 millones de dólares en Nvidia, ese gigante ultrarrentable que registró más de 63.000 millones de dólares en ganancias en sus últimos cuatro trimestres, y al que Wall Street consideraba inexpugnable por la extrema dependencia que las grandes compañías de IA tenían de sus chips. Aquel planteamiento se hundió tras la aparición de un chatbot que no ha necesitado los chips de alta gama de Nvidia.
“El R1 de DeepSeek es un modelo impresionante, particularmente en relación con lo que puede ofrecer por ese precio”, escribió en X el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, después de que DeepSeek se convirtiera en la aplicación gratuita más descargada en la tienda de iPhone de Apple en EEUU. Altman también señaló que era “estimulante tener un nuevo competidor” y que su empresa va a adelantar algunos de los lanzamientos de sus nuevos productos.
Durante toda la semana, los grandes medios internacionales han dejado amplios espacios para que sus analistas tecnológicos de cabecera vomitaran sus opiniones sobre si las ventas de pánico del lunes habían sido una reacción exagerada de los mercados. O si realmente ha sido un serio toque de atención porque Silicon Valley había subestimado la destreza tecnológica de China y su capacidad para eludir las numerosas restricciones a las exportaciones. Sin duda, y lo que más celebran en Pekín, donde ansían alcanzar la autosuficiencia tecnológica, ha sido el golpe sobre la mesa en la guerra tecnológica entre las dos superpotencias mundiales.

Hace apenas un par de semanas, antes de dejar la Casa Blanca, la Administración Biden volvió a apuntar hacia China con el anuncio de una serie de nuevos controles a las exportaciones de chips y otras tecnologías cruciales para proyectos avanzados de IA. Se impusieron más cuotas a las ventas de microcomponentes avanzados y también se limitó a las empresas estadounidenses a la hora de compartir detalles técnicos de los modelos de inteligencia artificial más completos.
Está por ver el camino que seguirá Donald Trump en cuanto a estas restricciones, pero entre las órdenes ejecutivas que firmó nada más asumir la presidencia estadounidense estaba una que tumbaba el requerimiento impuesto por Joe Biden de que las empresas estuvieran obligadas a informar al Gobierno de sus avances más importantes.
El año pasado entró en vigor una normativa por la que las compañías estadounidenses de capital privado y de capital riesgo, así como empresas conjuntas con conglomerados chinos, no podían invertir en inteligencia artificial china, computación cuántica y semiconductores. Sobre los demandados chips, el Gobierno estadounidense ha ido lanzado controles de exportación con el pretexto oficial de obstaculizar la capacidad china para utilizar tecnología estadounidense en el campo de las aplicaciones militares.
“Los logros de DeepSeek pueden cambiar el destino nacional de China en medio de su prolongada guerra tecnológica con Estados Unidos”, escribió en Weibo, una red social local similar a X, Feng Ji, fundador del desarrollador de videojuegos Game Science. “DeepSeek ha revolucionado el mundo al lanzar dos nuevos y poderosos modelos de IA, construidos a un menor coste y con menos recursos informáticos que los que emplean las empresas tecnológicas más grandes”, señalaba por su parte Zhou Hongyi, presidente de la empresa china de ciberseguridad Qihoo 360.
El pelotazo de DeepSeek es indiscutible. Como también lo es que cojea de la misma pata que anteriores chatbot que han salido de China: la censura sigue siendo muy notoria en cuanto se le pregunta al asistente sobre temas políticos sensibles para un régimen que, por mucho que venda apertura de puertas hacia afuera, dentro de casa continúa bajo el yugo de la represión virtual. No vaya a ser que muchos de los millones de entusiastas usuarios chinos que están utilizando DeepSeek estos días descubran que hay un montón de cosas de la historia oscura de su país que desconocen y que su Gobierno les ha ocultado.
Agencias