Sufrimos la fiebre de un planeta enfermo en un verano sin piedad, con olas de calor cada vez más peligrosas
NotMid 15/06/2022
OPINIÓN
RAÚL DEL POZO
Estamos amenazados por la primera y más peligrosa ola de calor, que durará hasta el viernes, según el móvil. Son las vísperas de un verano más salvaje de lo normal, después de los peores junios de la historia. En algunos lugares se ha pasado de los 46 grados. Durante la cálida noche sevillana de La Cartuja, los seis candidatos a las elecciones del 19 de junio tuvieron que enzarzarse en el nuevo puritanismo woke hablando de prostitutas y de masturbación, mientras que los caballos que llevan a los turistas se derrumban por agotamiento y deshidratación. En Córdoba voluntarios de la Cruz Roja auxilian a cientos de personas que no tienen para pagar la luz ni para comer, repartiendo bolsas de comida y agua fresca a mayores y mendigos.
En Cádiz la gente juega al bingo bajo las sombrillas de la playa.
En Madrid es más duro el solitrón, sin el consuelo de las cigarras. Los perros con la lengua fuera no pueden ladrar. Los pájaros mueren volando o se esconden. El Manzanares ya no es un guiñapo, ni un aprendiz de río, como en los tiempos de Quevedo cuando decía que más agua traía un jarro de vino de cualquier taberna. Ahora hay patos y gansos, pero por bañarse en sus aguas te puede caer encima un palo. Aconsejan beber dos litros de agua al día y luego hay que elegir entre la pulmonía con la pesadilla del acondicionado o el golpe de calor. No olviden darle agua a los perros, a los gatos y a los mirlos. Los abanicos, inspirados en el ala del murciélago que trajeron los portugueses de Oriente son inútiles.
Según Íñigo Errejón la crisis del clima multiplica las olas de calor. Añade: «No permitas que nuestro planeta se derrita». Está claro lo del efecto invernadero pero hay todavía incógnitas científicas; no terminan de probar las causas del calentamiento global ni por qué si la temperatura del planeta sólo ha aumentado dos grados desde la Edad de Piedra, cuatro desde hace 18.000 años, nos amenazan epidemias y han desaparecido miles de especies, ni por qué estas olas de calor son tan feroces en los últimos años.
Sufrimos la fiebre de un planeta enfermo en un verano sin piedad, con olas de calor cada vez más peligrosas. Huyen a ningún sitio los moscardones. Solo resisten las avispas.
ElMundo