La Rusia que salga de la guerra no puede ser la Rusia antidemocrática de Putin ni aliada de potencias como China e India
NotMid 24/02/2023
OPINIÓN
El mundo en que vivimos no se había enfrentado nunca a una amenaza a la libertad como la que detonó la invasión de Ucrania hace hoy un año. Tampoco antes desde la II Guerra Mundial las democracias de los diferentes continentes habían hecho causa común para defenderse de una agresión que jamás fue una intervención militar local, como Vladimir Putin defendió al inicio. La guerra desatada por el presidente ruso siempre ha tenido un objetivo programado: acabar con la estabilidad y seguridad que con tanto esfuerzo se fraguaron en Europa tras un siglo desangrada por las contiendas de mayor destrucción que había sufrido la humanidad, y todo para establecer un nuevo equilibrio de poder que pasa por derrotar los valores del humanismo liberal que nos han llevado a vivir el periodo de mayor prosperidad de nuestra historia.
No debe ocultarse que, al principio, Occidente titubeó. No acompañó con hechos sus firmes condenas de la invasión, hasta que, con EEUU a la cabeza, despertó de su letargo para apoyar a Ucrania de forma decisiva. Fue entonces cuando Occidente advirtió que en la soberanía ucraniana y en los derechos de sus habitantes estaba representada la democracia del mundo libre. Que el desafío moral no puede separarse del bélico. La suspensión de la participación de Rusia en el tratado de no proliferación nuclear es el último aviso de que no cabe ni un paso atrás en el compromiso con Ucrania.
En su primer aniversario, la guerra entra en una fase en la que el mayor riesgo para los aliados es el agotamiento. Mientras que el Kremlin no tiene reparos a la hora de sacrificar a sus habitantes en el frente, Occidente debe hallar la vía para no desfallecer. La asistencia económica, el adiestramiento militar y el apoyo armamentístico siguen erigiéndose como el único aval posible. El histórico viaje de Joe Biden ha supuesto un posicionamiento inequívoco en este sentido: para que haya paz hay que invertir en medios.
Ayer el presidente Pedro Sánchez también visitó a Zelenski. Está bien que en una fecha simbólica nuestro Gobierno evidencie de qué lado está, sobre todo cuando Unidas Podemos sigue poniendo obstáculos al respaldo militar a Ucrania desde dentro del propio Ejecutivo. Sin embargo, las continuas contemporizaciones del ala socialista, ejemplificadas en su errática actuación respecto a los Leopard, son de un oportunismo reprochable.
El fin de la guerra pasará probablemente por una negociación diplomática. Pero a ese escenario Occidente debe llegar con una posición fuerte y con el objetivo firme de que la Rusia que salga de esta contienda no sea la Rusia antidemocrática de Putin, aliada además con potencias iliberales como China, India o los regímenes latinoamericanos. El orden mundial debe reequilibrarse con los valores democráticos como eje. Un año después, Ucrania resiste y el mundo es más consciente de que la libertad debe ser defendida.