NotMid 22/12/2022
OPINIÓN
DAVID LEMA
Los magistrados conservadores del Tribunal Constitucional han hecho lo que los partidos conservadores del Parlamento querían que hicieran y los magistrados progresistas del Tribunal Constitucional han hecho lo que los partidos progresistas del Parlamento querían que hicieran. Sorpresa. En su decadencia, para nuestra Justicia es una suerte que los conceptos soberanía popular y división de poderes los estén violando dos partidos que se divierten apuntalando en las cúspides políticas y mediáticas a sus líderes. Es lo que tienen los revolucionarios profesionales, que escribió Raúl Rivero: tienen que cambiarlo todo, esa es su misión en la tierra; en cuanto ya se han instalado en el poder les entra la desesperación por comenzar a ponerle a cualquier cosiña su firma personal, también a las togas.
El caso es que sólo esa ambición bolivariana permite hoy a una Justicia con mala fama presentarse como un dique de contención, como salvaguarda de un país inestable; y vender que únicamente su labor de amparo, custodia y garantías impide que España se despeñe -dicen por ahí que como una pseudodictadura, ja, ja-.
La gran aportación de nuestra civilización al mundo ha sido el consenso. Se demostró con la Constitución y blablablá. También con el consenso en el nombramiento de los jueces, un consenso decidido para alimentar sospechas, abrir el campo a la total discrecionalidad y permitir que los miembros elegidos por el Congreso estén capacitados para formar mayorías de bloqueo incluso cuando se prorrogue -no caduque- su mandato. Pero hay más aportaciones. La civilización también ha enseñado a los delincuentes a cometer sus delitos con menor peligro. Ya lo escribió Unamuno: a burlar mejor la ley. Es decir, a corromper con menos riesgo para los corruptores porque esto te lo arregla la Fiscalía o la Sala Segunda.
Por primera vez en mucho tiempo, el espacio de la crítica es la judicatura. ¡Y no es ninguna tontería! Los políticos no politizarían a los jueces si estos no se dejaran. He ahí una frase de Primaria con más significado que 600 subordinadas bien hiladas. Estos días se googlea muchísimo para saber cuál es la composición del Tribunal Constitucional, cuál la del Consejo General del Poder Judicial. La respuesta es sencilla: están hechos del peso de la púrpura, pero no sólo de las obligaciones que deben asumir por sabe dios qué bien común, na, sino de pura enfermedad, de esa púrpura que nace en la sangre y que poco a poco se va adueñando del cuerpo en forma de manchas.
La Justicia perdurará porque el Estado de derecho funciona hasta en Perú. Pero lo que hoy parece que nos salva mañana nos puede matar. Como democracia, claro.