Estas armas, adaptadas a los aviones soviéticos que posee Kiev, pueden alcanzar las afueras de Moscú
NotMid 17/04/2025
MUNDO
No ha tomado posesión el canciller electo Friedrich Merz y ya ha elegido aquello que no quiso Olaf Scholz, bloqueando una entrega decisiva desde el año 2022: «Facilitaré la entrega de los misiles Taurus a Ucrania si los socios de la Unión Europea dan su visto bueno». Estos misiles, lanzados desde el cielo ucraniano, pueden alcanzar blancos incluso en las afueras de Moscú.
Por supuesto, varios líderes de la UE respondieron satisfactoriamente. «Debemos hacer más para que Ucrania pueda defenderse y no tengan que morir civiles», comentó la jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas. «Creo que sería una señal muy importante de cuál es la posición de Europa en la guerra», declaró el ministro holandés de Exteriores, Caspar Veldkamp. Su homólogo polaco, Radoslaw Sikorski, que luchó como voluntario contra los soviéticos en Afganistán, calificó de «muy buena» la oferta de Merz.
En el escenario actual, con Donald Trump comprando toda la mercancía propagandística de Vladimir Putin y entregándose a sus exigencias para negociar un alto el fuego, el gesto de Merz supone un respiro para una Ucrania abandonada por EEUU.
Estos misiles, reclamados hace dos años por Kiev, añaden una capacidad militar que aún no tiene: la de poder atacar objetivos de alto valor a distancias entre los 300 y los 500 kilómetros de distancia. Por esa razón, enseguida salió el nombre del lugar más deseado por muchos ucranianos para atacar: el puente de Kersh que une Crimea con la Rusia continental. Merz se refirió a él como un posible blanco para esos misiles. Tanto molestaron en Moscú esas palabras que le contestó Dimitri Medvédev, ex presidente de Rusia y actual jefe adjunto del Consejo de Seguridad Nacional del país, en su habitual tono vitriólico: «¡Piénsatelo dos veces, nazi!».
Desde un avión
El Taurus es un misil de crucero, es decir, que vuela propulsado por un cohete paralelo al suelo. Puede ser programado para sortear montañas o defensas antiaéreas enemigas y hay que lanzarlo desde un avión.

Ucrania posee un modelo con esa capacidad: el viejo Su24, un bombardero soviético al que los ucranianos ya actualizaron con tecnología occidental para que pudiera lanzar los francobritánicos Storm Shadow (de rango inferior). La integración de estos misiles en el Su-24 ucraniano fue un logro técnico importante, realizado con ayuda del Reino Unido y Francia, lo que demuestra que es posible integrar armas occidentales en plataformas soviéticas, si hay suficiente voluntad técnica y política.
Sin embargo, la decisión de Merz estaría marcada por la falta de misiles. Alemania posee actualmente alrededor de 600 Taurus KEPD 350 en su arsenal. Sin embargo, sólo entre 150 y 300 unidades están operativas, ya que el resto está en fase de mantenimiento o modernización. El Ministerio de Defensa alemán ha propuesto la compra de 600 misiles Taurus adicionales, con un coste estimado de 2.100 millones de euros, pero aún están en fase de financiación y fabricación y las factorías de armas tienen ahora demasiadas peticiones que atender. Es decir, a Ucrania llegarían unas cuantas decenas en el mejor de los casos, que habría que adaptar a sus bombarderos soviéticos, lo que llevaría un tiempo. Cuando al fin estén disponibles, es posible que los rusos lleven su logística aún más lejos del frente o la dispersen.
Sin impedimentos
Fabian Hoffmann, analista alemán de Defensa, señaló que no existen impedimentos técnicos para que Ucrania opere los misiles Taurus sin la participación directa de tropas alemanas. Según Hoffmann, la reticencia del Gobierno alemán se debe más «a consideraciones políticas que a limitaciones técnicas».
Aunque también demoró su decisión, Joe Biden terminó por acceder a la entrega de misiles ATACSM a Ucrania, aunque en este paso se trata de misiles balísticos de medio alcance (unos 300 kilómetros) y en entregas muy limitadas. Nada más entregarse, Ucrania destruyó un aeródromo cerca de Berdyansk en el que reposaban ocho helicópteros de combate, un destrozo de gran valor. Pero a estas alturas, puede que Kiev tenga agotadas estas unidades y Trump no parece estar pensando en entregar más.
En Ucrania se da por hecho que Estados Unidos se retira definitivamente de su apoyo bélico a Ucrania, mientras que el proceso de paz, con un árbitro claramente decantado por Putin, está a punto de descarrilar. El Kremlin exige cinco territorios ucranianos no sólo ocupados, sino sus fronteras completas, para hablar de alto el fuego, algo que Steve Witkoff, el enviado de Trump, ve como un triunfo, pero que Ucrania y Europa nunca cederán. Ucrania sólo permitiría, de facto y nunca oficialmente, un control sobre los territorios ocupados para detener la guerra, pero ni un centímetro más. En esa enorme divergencia estará el final de estas negociaciones de paz, un desastre en el que ha sido más importante que EEUU y Rusia volvieran a hablar que la propia paz.
Agencias