La verdadera línea divisoria del mundo es la que separa a aquellos que respaldan el orden internacional, basado en normas, del resto
NotMid 21/02/2025
OPINIÓN
JEAN NÖEL-BARROT
Nos quieren convencer de que el mundo está dividido en un “Norte global” y un “Sur global”, pero ¿de qué hablamos exactamente? ¿De diferencias económicas? Siete de las 20 economías más importantes del mundo están en el “Sur”. También en el “Sur”, algunos países son 80 veces más ricos que sus vecinos. ¿De diferencias climáticas? El cambio climático afecta a todos los países del planeta y, más aún, a los pequeños Estados insulares y los países más pobres. Si consideramos las emisiones de CO2 per cápita, hay tantos países del Norte como del Sur entre los 10 mayores emisores. ¿Hablamos de diferencias en cuanto a la migración? La gran mayoría de las migraciones son flujos entre países del Sur. ¿De diferencias políticas? Tanto en el Norte como en el Sur, hay partidarios de soluciones colectivas, pero también tentaciones de alejarse de los asuntos mundiales. Tanto en el Norte como en el Sur, existe competición entre potencias regionales. Tanto en el Norte como en el Sur, hay países que respetan el derecho internacional y otros que lo pisotean.
Ciertamente, estamos asistiendo a una fragmentación del mundo, pero ¿obedece esta división a las fronteras geográficas Norte-Sur? Definitivamente, no. La ONU tampoco reconoce esta distinción artificial; su labor se centra en aquellas categorías de países que más necesitan la ayuda internacional.
La verdadera línea divisoria es la que separa a aquellos que respaldan el orden internacional, basado en normas, del resto. El debate que debemos tener, durante el G-20 y en cualquier otro foro, no es el del enfrentamiento entre el Sur y el Norte, sino el del enfrentamiento entre los partidarios del derecho y los partidarios de la fuerza.
En Francia tenemos una brújula que no apunta al Norte ni al Sur, sino a la justicia. No apartamos la vista ante ninguna crisis, ante ninguna vulneración del derecho internacional. Porque un país agredido es un país agredido y un país agresor, un país agresor, ya sea en el Norte o en el Sur.
Por ello, Francia condena las violaciones del derecho internacional humanitario en Gaza y Cisjordania, los ataques terroristas del 7 de octubre contra Israel, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, sin olvidar las atrocidades cometidas por las fuerzas armadas sudanesas y las RSF en Sudán. Por ello, Francia está plenamente comprometida con el mantenimiento del alto el fuego en el Líbano, tras haber trabajado en su adopción junto a Estados Unidos. Por ello, está movilizada para que cesen los enfrentamientos en la región de los Grandes Lagos, donde el M23 sigue violando la soberanía congoleña. Por ello, está trabajando para que los sirios y las sirias puedan por fin vivir en paz y en libertad en una Siria soberana, pacificada y reintegrada en su contexto regional. En esta línea, he visitado todas estas regiones con el fin de reafirmar enérgicamente nuestras convicciones.
Porque Francia no tiene un doble rasero. Y la voz de Francia, que defiende incansablemente el equilibrio y el derecho, se seguirá oyendo —en una época en la que el derecho es cuestionado— si reforzamos ese derecho. [No podemos esperar más para lograr que lo fuerte sea más justo y lo justo sea más fuerte]. Esto supone que cada cual encuentre su lugar en la gobernanza mundial y, por tanto, que esa gobernanza sea reformada. Cada segundo que perdemos en el proceso de reforma del multilateralismo alimenta el proceso de deslegitimación de sus instituciones. Francia espera que, de aquí a 2026, cuando nuestro país asuma la presidencia del G-7, hayamos completado una serie de proyectos cruciales para el futuro de la paz y la gobernanza mundial. En el marco del 80º aniversario de la creación de las Naciones Unidas, debemos avanzar con determinación para que nuestras instituciones reflejen el mundo de hoy y para que nuestros socios africanos ocupen el lugar que les corresponde en la gobernanza mundial, en el Consejo de Seguridad y en las instituciones financieras internacionales. Avancemos también en la aplicación concreta del Pacto de París por los Pueblos y el Planeta, lanzado por el presidente de la República Francesa. Porque ningún país debería tener que elegir entre la lucha contra la pobreza y la lucha contra el cambio climático. Porque se necesita financiación privada para aumentar la escala de la ayuda al desarrollo y porque necesitamos innovar para apoyar a los países en desarrollo.
Creo que esta es también una de las principales orientaciones que Sudáfrica desea otorgar a su presidencia del G-20. Y, para ello, puede contar con el pleno apoyo de Francia.
* Jean-Noël Barrot es ministro para Europa y de Asuntos Exteriores francés.