Harris ha despertado el entusiasmo en el Partido Demócrata, pero su programa contiene aún muchas incógnitas
NotMid 22/08/2024
OPINIÓN
Kamala Harris se enfrenta ahora al desafío de traducir la ola de entusiasmo que ha generado en un proyecto político sólido. Su lanzamiento como aspirante a la Casa Blanca en relevo de Joe Biden en la Convención de Chicago, consagrada con la bendición de los Obama, ha insuflado oxígeno al Partido Demócrata, que hace apenas un mes estaba prácticamente resignado a la derrota. Harris ha logrado darle la vuelta a las encuestas, colocándose a tres puntos de Donald Trump en la media nacional y ligeramente por encima en los swing states, estados bisagra que acaban decantando las elecciones por un escaso margen de votos. Sin embargo, el viento a favor en los sondeos no garantiza su victoria en noviembre, como el propio Barack Obama ha advertido.
El efecto Kamala bebe de la imagen de cambio que la candidata ofrece por su identidad: mujer, joven (59 años) y reflejo de la diversidad estadounidense por su origen afroamericano e indio. Si bien la elección de Tim Walz como futuro vicepresidente parece un acierto –el gobernador de Minesota es una figura centrada que equilibra su perfil más izquierdista-, sobre las políticas concretas de Harris planean muchas incógnitas.
El reto de derrotar a Trump es esencial para el conjunto del mundo libre, pero requiere un proyecto político confiable que contribuya a suturar la fractura social que el ex presidente ahondó durante su gobierno y que Biden ha sido incapaz de cerrar. Un proyecto que ofrezca una alternativa real al populismo exacerbado de Trump, cuyo segundo mandato abriría la puerta a una política exterior confrontativa que aumentará la inestabilidad en un momento crítico para las guerras de Ucrania y Gaza; en suma, para Europa.
A lo largo de la campaña, y con una clase trabajadora asfixiada por la pérdida de poder adquisitivo, la economía jugará un papel clave en la movilización del voto. Por ahora, el programa económico presentado por Harris -en favor de una «economía de oportunidades»- ha generado dudas en el mundo empresarial y ha dado munición electoral a los republicanos. Una de sus promesas más polémicas es reducir el coste de los alimentos con iniciativas que se han interpretado como un intento de fijar precios: una intervención en el mercado que alarma a los economistas por el riesgo de que el exceso de regulación distorsione el mercado. También suscita recelos su intención de aumentar el impuesto de sociedades al 28% «para devolver dinero a los bolsillos de la gente trabajadora y asegurar que los multimillonarios paguen su parte». A ello se suma la falta de concreción de la candidata en asuntos relevantes como la inmigración, algo que Trump también está utilizando en su contra.
Si bien el Partido Demócrata cuenta hoy con más posibilidades para ganar una de las citas electorales más cruciales de la historia, un exceso de confianza en la simple figura de Harris que llevara a subestimar las opciones de un candidato carente de todo límite como Trump es un riesgo demasiado alto que los demócratas no pueden permitirse.