La incertidumbre se ha vuelto a adueñar del escenario político de Italia, la tercera economía más importante del euro. Tanto para Italia como para el conjunto de la UE resulta inquietante el temible fantasma de un precipitado adelanto electoral.
NotMid 15/07/2022
OPINIÓN
Ninguna nación europea está tan acostumbrada a las crisis políticas como Italia, que padece algo muy cercano a la ingobernabilidad crónica, con más de 65 Ejecutivos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero el país transalpino disfrutaba de una importante estabilidad desde febrero de 2021 que vuelve a saltar por los aires por otro ejercicio de irresponsabilidad del populismo que caracteriza al Movimiento 5 Estrellas. El primer ministro Mario Draghi presentó ayer su dimisión, aunque fue rechazada por el presidente de la República, después de que el partido mayoritario en el Parlamento cumpliera su amenaza y se ausentara en el Senado durante la votación para convertir en ley un decreto de medidas contra la inflación tramitado como una moción de confianza al Gobierno de unidad encabezado por el ex presidente del BCE.
Aunque el texto salió adelante con una mayoría abrumadora, la jugada de la formación fundada por el cómico Beppe Grillo abre una crisis política en el momento más delicado. Draghi llevaba días advirtiendo de que no podría seguir al frente de un Ejecutivo que se formó precisamente para que el país abrazara la estabilidad que ha permitido salir del pozo tras la pandemia, y en el que están representados prácticamente todos los partidos parlamentarios, si el más votado en las últimas elecciones decidía desmarcarse. Máxime porque el M5S -que sufre su propia crisis interna con profundas escisiones- lo que persigue así es un claro ventajismo para tratar de exhibir perfil propio y resintonizar con sus bases de cara a las elecciones generales previstas para el próximo marzo. Pero constituye una enorme insensatez anteponer los intereses sectarios a la permanencia del Gobierno cuando más falta hacen reformas y la adopción de medidas de calado para hacer frente a la preocupante situación económica que encaran ahora mismo los italianos.
La incertidumbre se ha vuelto a adueñar del escenario político en la tercera economía más importante del euro. Está por ver hasta qué punto es posible recomponer la frágil argamasa de un Ejecutivo eminentemente técnico. Pero tanto para Italia como para el conjunto de la UE resulta inquietante el temible fantasma de un precipitado adelanto electoral. En un contexto marcado por las consecuencias de la guerra en Ucrania y la hiperinflación, se corre un serio riesgo de caer en una mayor polarización aún y, de nuevo, en el conocido pozo de la ingobernabilidad.