El Kremlin finge negociar mientras Washington empieza a dar claros síntomas de pérdida de paciencia
NotMid 27/04/2025
MUNDO
A todo presidente de EEUU le llega un momento en el que la realidad le hace dudar que sea el hombre más poderoso del mundo. “¡Vladimir, PARA!”, bramó Donald Trump en su red social el jueves. A esas horas, los bomberos ucranianos todavía trataban de sacar de los escombros a civiles en Kiev, Járkiv y otras ciudades. El presidente norteamericano va comprobando que poner fin a la guerra de Ucrania es mucho más difícil de lo que pensaba. Pero hasta ahora ha cumplido con la principal misión que Moscú esperaba de él: no hacer gran cosa. Mientras europeos y ucranianos reciben con aspavientos cada una de las andanadas verbales, aranceles o desplantes del líder norteamericano, en el Kremlin cimentan sus esperanzas en lo que no está haciendo EEUU. Trump hace tiempo que ha soltado los mandos en la única esfera en la que Washington podía tener algún efecto sobre Moscú aunque fuese de manera indirecta: el ámbito militar.
Contrariado por las matanzas rusas en esa guerra que “jamás hubiese ocurrido estando yo en el poder”, Trump dijo ayer, tras asistir en Roma al funeral del Papa Francisco, que no hay motivos para que Vladimir Putin lanzara ataques con misiles contra Ucrania en estos últimos días mientras continúan las conversaciones para poner fin a la guerra. Trump cree ahora que ese comportamiento del presidente ruso indica que realmente no quiere que la guerra termine. En respuesta, el líder estadounidense amenazó a Moscú con nuevas sanciones. Pero las decisiones de EEUU tienen ya pocos efectos sobre Rusia: su poder blando no cala en la población rusa, el negocio entre ambos países es modesto y en gran medida lo que podía sancionarse ya está sancionado.
La gran pregunta es si Trump amenaza a Rusia con sanciones porque de verdad cree que eso es algo que Putin teme o porque sabe que es un gesto vacío que Moscú decodificará. “No había ninguna razón para que Putin lanzara misiles contra zonas civiles en los últimos días. Esto me hace pensar que (…) sólo me está dando falsas esperanzas y que debería ser tratado de otra manera, ¿mediante sanciones bancarias o secundarias?”, reflexionó en referencia a la congelación de los últimos medios de pago y los posibles vetos a terceros países por comerciar con Rusia.
Tras casi 100 días de Trump en el cargo, incluso el negociador más ingenuo podría haberse dado cuenta de que Putin no tiene intención de aceptar un alto el fuego, ni el plan, ni el calendario de Trump, advirtió hace unos días Carl Bildt, ex primer ministro sueco, que está convencido de que “Putin depende más de Trump que del ejército ruso para lograr algo que pueda considerarse una victoria”. Sabe que a Trump le quedan más de 1.300 días que, vistos los 100 primeros, todavía pueden dar mucho de sí pese a los cambios de humor del magnate.
Putin no logró tomar Kiev en 2022, pero en 2025 ha conseguido que los funcionarios estadounidenses repitan las falsedades del Kremlin como si fueran suyas. El valor más preciado de la propaganda rusa no es su capacidad de convicción, sino que promueve o da cobertura a la inacción. Mientras Trump culpa a Zelenski de casi todo y persigue acuerdos que son aparentemente inasumibles para Ucrania e tal vez irrelevantes para Rusia, EEUU ha olvidado los suministros a Ucrania. Un armamento que, en el caso de la tecnología punta como los misiles patriot, no tiene sustitutos europeos a la hora de interceptar esos ataques rusos contra los que ahora clama impotente —pero en mayúsculas— en redes sociales ante un Putin que apenas usa el ordenador.
Putin asume que esta guerra seguirá, mientras contempla cómo prácticamente no hay discusiones serias ni preparativos en la Casa Blanca ni en el Congreso de cara a continuar con el apoyo a Ucrania, a pesar del agotamiento del paquete de ayuda anterior aprobado durante la Administración de Joe Biden. John Lough, investigador de Chatham House y ex representante de la OTAN en Moscú, ha sido uno de los primeros en apuntar que la estrategia de negociación de Putin es predecible: “Avanzar lentamente, mantener el interés de Trump y restablecer las expectativas”. “Putin quiere asegurarse de que Ucrania se debilita militarmente al máximo”
Magnate con ego, espía con información
Putin sabe que Trump es más sensible a la narrativa que a la realidad. Como su ego de magnate es voluble, el ex espía ruso lo ha halagado por su valentía en el atentado que sufrió. Sabe que la derrota electoral de 2020 fue una herida en su amor propio, por lo que Putin ha pasado a argumentar que las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 fueron “robadas” y se ha sumado a la narrativa del republicano diciendo que la guerra nunca habría ocurrido con Trump en el cargo.
Donald es un magnate con ego, Vladimir es un espía con información. Al fuego del narcisismo del líder norteamericano —capaz de montar un escándalo porque ha salido feo en un cuadro— el Kremlin arroja combustible en forma de regalos obra de un artista palaciego al que se ha pedido que pintase un retrato de Trump. El carácter del presidente norteamericano es un videojuego en el que Putin sabe qué teclas pulsar para mejorar de cara a siguientes pantallas. Mientras siga focalizado en su plan de paz, no plantea nuevas ayudas a Ucrania.
La segunda parte del plan consiste en que, ante un colapso de las negociaciones, Ucrania aparezca como la culpable y EEUU abandone el escenario. Incluso aunque el Kremlin no lograse imponer totalmente este marco, en Moscú han entendido perfectamente que Trump ve a Ucrania como un gasto difícil de recuperar y a Rusia como una oportunidad de negocio fácil de reactivar.
El líder ruso es consciente que está ante un hombre con más trazas de magnate caprichoso que de presidente norteamericano al uso, así que ha abierto la puerta a lucrativas aunque inciertas perspectivas de negocio en Rusia. En el primer encuentro entre negociadores estadounidenses y rusos en Riad, el equipo de Putin presentó una lista de oportunidades de inversión multimillonarias que estarían disponibles si Trump levantara las sanciones contra Rusia. Según admitió el propio Witkoff, su última reunión con Putin se dedicó a este tema en buena medida. Esta semana el diario The Moscow Times publicó que los hombres de Putin están buscando propuestas que interesen a Trump, como la construcción de una Torre Trump en Moscú.
Trump es un pecador consumado idealizado por fundamentalistas cristianos. Putin —casado por lo civil, divorciado y que se formó en un ateísmo estatal— forjó hace 10 años una alianza con la iglesia ortodoxa que le sirvió para consolidar su poder sobre la sociedad. Ahora el Kremlin ha convencido al entorno del presidente de EEUU de que Putin fue a su capilla privada a rezar por Trump tras el intento de asesinato del año pasado. En los medios rusos hay estos días chanzas sobre la credulidad del equipo de Trump, con nula experiencia sobre Rusia.
Aunque Trump se precia de vender muchos libros sobre hacer tratos, con Putin parece tan blando como un aficionado. Cuando el jueves le preguntaron en la Casa Blanca qué concesiones había logrado de Putin, Trump se ufanó de que le habían ofrecido “no tomar el país entero”. Sin tener en cuenta que Rusia apenas ha avanzado en el último año y su invasión de 2022 no le permitió tomar ni una sola capital de provincia de Ucrania.
Durante tres años, Estados Unidos ha sido uno de los principales apoyos de la resistencia de Ucrania contra la invasión rusa, diplomática, financiera y militarmente. Pero desde que asumió el cargo, Trump no ha aprobado ni un solo paquete de ayuda militar para Ucrania. Las entregas a Ucrania desde Estados Unidos se han desacelerado. La Casa Blanca tiene la autoridad para detener los envíos, a pesar de las promesas hechas por la Administración anterior. Ucrania está agotando sus reservas de municiones estadounidenses: el anterior paquete de ayuda de 1.250 millones de dólares pronto se agotará. Para rectificar esta deriva, el Congreso tendría que aprobar financiación adicional para Ucrania. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales normalmente transcurren unos ocho meses desde el anuncio de un paquete de armas hasta la finalización de la entrega. Incluso aunque Trump rectificase, el mal está hecho y no se podrá reparar en un tiempo.
Lo urgente es esperar
Varios analistas han apuntado que para Putin lo urgente es esperar. David Shimer, ex director para Europa del Este y Ucrania del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca cree que “Putin está retrasando la ineficaz búsqueda de un alto el fuego por parte de la administración Trump mientras espera que se agoten las entregas de ayuda militar de la era Biden”. Putin no va a tomar ninguna decisión sobre su guerra mientras mantenga expectativas de cara a un deterioro drástico de la situación de Ucrania.
El plan de Putin es negociar sin ceder, recrear la ilusión de camino hacia la paz para mantener a Trump motivado e intentar presentar a Ucrania como el que no quiere la paz, para agrandar más la brecha entre ambos y permitir al universo MAGA exculparse de su fracaso.
Ivan Preobrazhensky, analista de la agencia de noticias independiente Rosbalt, también cree que Putin está tratando de evitar que Trump se retire definitivamente del diálogo sobre la guerra: “Espera que Trump pueda conseguirle algo más en el tema de Ucrania. Y teme que las negociaciones sobre cooperación económica bilateral con Estados Unidos terminen, lo que significa que no será posible levantar ninguna sanción [de Rusia]”.
Por su parte Lough apunta que el objetivo de Putin no ha cambiado y que aún no está dispuesto a negociar sobre Ucrania: “Está decidido a impedir que Ucrania siga un camino de desarrollo independiente. Cree firmemente que está ganando y que puede luchar más tiempo que Ucrania”. El líder uso ve a un presidente estadounidense apresurado por desvincular a Estados Unidos de su apoyo a Ucrania y está intentando obtener más concesiones de Kiev animando a Trump a presionar a Zelenski”. La propuesta de que Ucrania reconociese Crimea como rusa tiene más valor para cosechar un “no” de Zelenski que sirva para señalarlo con el dedo que para supuestamente contentar a una Rusia que no empezó esta guerra precisamente para que Occidente homologase sus invasiones de hace años.
Mientras EEUU suministra narrativas, Rusia produce armas. Se prevé que el gasto ruso en defensa en 2025 alcance casi el 30% del presupuesto nacional, una cifra superior a la de cualquier año desde el colapso de la Unión Soviética. Los recientes comentarios de Putin indican que Rusia tiene la intención de aumentar aún más la producción militar en el cuarto año de su guerra en Ucrania. El ejército ruso recibió en 2024 más de 4.000 vehículos blindados, 180 aviones de guerra y helicópteros, más de 1,5 millones de drones de varios tipos, afirmó Putin, añadiendo que aproximadamente 4.000 drones de precisión se envían diariamente al campo de batalla. “No es suficiente”, dijo sobre estos drones en una reunión de la Comisión Militar-Industrial estatal. “Y tenemos que ir un paso por delante, como hemos hecho recientemente y, estoy seguro, podremos hacer de nuevo en el futuro”
Agencias