Harbin es actualmente el centro económico, científico y tecnológico del noreste de la superpotencia asiática
NotMid 17/05/2024
ASIA
En el norte de China hay una ciudad que presenta un telón de fondo arquitectónico de esplendor zarista, con iglesias ortodoxas y edificios neoclásicos de estilo europeo. Se llama Harbin y fue fundada a finales del siglo XIX por los colonos rusos que construían una línea ferroviaria que conectaba el Lejano Oriente ruso con el actual puerto chino de Dalian, frente a Corea del Norte. Aquellos años, el vecino poderoso era el que se sentaba en Moscú.
Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang, un vasto territorio que comparte una frontera de casi 3.000 kilómetros con Rusia, empezó a convertirse en el principal oxígeno económico de la región durante los últimos años de la dinastía Qing (1912). Entonces, la hambruna y sobrepoblación que sacudían el centro de China provocó una migración masiva hacia el rico granero del norte, que siempre mantuvo la influencia rusa.
Con una población que supera los 12 millones, Harbin es actualmente el centro económico, científico y tecnológico del noreste de la superpotencia asiática. Además de por su herencia rusa, en invierno es un solicitado destino turístico nacional por el Festival Internacional de Hielo y Nieve más grande del mundo, que se extiende por alrededor de 80 hectáreas y se lleva celebrando desde 1963. Su principal atracción es un parque temático con edificios de tamaño real construidos con gruesos bloques de hielo, palacios helados sacados de cuentos de hadas y una noria gigante.
Hay mucha carga simbólica en el hecho de que Vladimir Putin haya elegido Harbin como segunda y última parada de su visita de Estado a China. El presidente ruso ya se anotó el jueves un tanto moral frente a Occidente después de que su homólogo chino Xi Jinping le extendiera la alfombra roja en Pekín y se prestara a continuar estrechando su asociación estratégica.
Ahora, con el paseo por el bautizado por los propios chinos como el “pequeño Moscú”, Putin pretende estirar la percepción de que la historia compartida entre los dos poderosos vecinos de Eurasia legitima la fortaleza de sus relaciones, y de paso tratar de arañar buenos acuerdos comerciales.
Muchos vecinos de Harbin han dejado en las redes sociales comentarios entusiastas por la visita de Putin, explicando además que la ciudad ha sido limpiada a fondo y que los operarios pintaron y pulieron un monumento dedicado a los soldados soviéticos que murieron luchando contra los japoneses durante la liberación del noreste de China en la década de 1940, el mismo que el líder ruso visitó el viernes por la mañana para depositar una ofrenda floral.
Putin viajó a Harbin después de una pomposa bienvenida en Pekín, con una gala nocturna incluida para celebrar el 75º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Rusia y China. Lo más destacado de la declaración conjunta que hicieron los líderes fue el compromiso para intensificar los vínculos militares a pesar de la presión de las potencias de Occidente a Pekín para que ayude a frenar el avance de Rusia en Ucrania.
Xi, sin embargo, se ha comprometido a que el ejército chino aumentará las maniobras militares con las tropas rusas mientras la ofensiva de Putin golpea con fuerza estos días la región ucraniana de Járkiv. Xi y Putin firmaron también una decena de nuevos acuerdos de cooperación, desde programas de inteligencia artificial y seguridad cibernética, hasta programas espaciales, como una estación internacional conjunta de investigación en la luna y la exploración del espacio profundo.
LAZOS ECONÓMICOS
El presidente chino, además de abrir las puertas a su invitado del Gran Palacio del Pueblo, la sede del Legislativo, compartió confidencias con Putin en la residencia de Zhongnanhai, lo equivalente a lo que sería en España La Moncloa, pero donde también está la sede del gobernante Partido Comunista. Allí, los líderes autoritarios escenificaron su buena sintonía delante de las cámaras mientras daban un paseo por los jardines del complejo o se sentaban a beber té.
Putin llegó a Harbin el viernes temprano acompañado por una amplia delegación comercial de su país. Destacaba el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, y la gobernadora del Banco Central, Elvira Nabiullina, además de altos ejecutivos de algunos de los bancos y compañías energéticas más grandes de Rusia. El grupo visitó una feria comercial para reafirmar los crecientes lazos económicos entre los dos países.
El año pasado, el comercio bilateral superó los 240.000 millones de dólares, un 26,3% más que el curso anterior y hasta un 40% por encima de los niveles previos a la guerra de Ucrania. Pero tanto en marzo como en abril, las exportaciones de China a Rusia se desplomaron porque los bancos chinos se niegan a procesar los pagos del país vecino por temor a las amenazas de sanciones de Estados Unidos. Por ello, el viaje del líder ruso también buscaba reafirmar el apoyo económico por parte de Pekín.
“La asociación entre los dos países es inseparable”, dijo Putin según los medios rusos durante su visita a la feria de Harbin. También destacó que la buena relación bilateral actúa como “garante de la seguridad energética” y que Rusia estaba dispuesta a suministrar a China energía limpia, en referencia a las ansias que tiene el Kremlin de reconducir el proyecto de la construcción del gasoducto Power of Siberia 2, que suministraría al gigante asiático gas natural ruso.
Otra de las visitas destacadas de Putin fue al prestigioso Instituto de Tecnología de Harbin, una de las universidades de mayor reconocimiento académico en Asia -lo comparan frecuentemente con el MIT estadounidense-, que además cuenta con un puntero departamento de investigación científica y tecnológica integrado por cerca de 3.000 ingenieros y científicos.
Este centro es una de las fuentes de la que bebe la industria de defensa del gigante asiático. Por ello, varios analistas internacionales han interpretado esta visita simbólica de Putin como una muestra de apoyo a Pekín contra las sanciones de Estados Unidos, a la vez que confía en tener un mayor acceso a la tecnología china para la industria armamentista rusa, algo que se encuentra bajo el escrutinio de Occidente.
Agencias