La ruptura con el agente Jorge Mendes, la reflexión en silencio de Alex Ferguson o el desengaño de los Joao Félix o Bruno Fernandes marcan el declive del ídolo, en una realidad paralela junto a su pareja
NotMid 10/01/2023
OPINIÓN
ORFEO SUÁREZ
El oro cambia la moral de Alí Babá, el leñador que baja la madera de su asno y carga el oro robado a los ladrones. Es la fábula de la humildad corrompida, porque no hay fe ni ética que sostenga que quién roba a un ladrón, tiene mil años de perdón. Cristiano Ronaldo no roba a nadie ni corrompe humildad alguna, pues jamás la tuvo. Pero ha entrado en una cueva peligrosa, donde abunda el oro manchado, después de traicionar las lealtades que acompañaron el crecer de un niño sin padre hasta convertirse en un icono. El oro tienta a sus nuevas compañías más que al futbolista, cuyo verdadero objetivo es un tesoro que nadie ha podido encontrar, ni en la realidad ni en la ficción. Ni Dorian Gray ni Fausto. No hay ‘Ábrete Sésamo’ posible para la eterna juventud. El riesgo acechante es la autodestrucción, como bien saben los personajes de Oscar Wilde o Goethe.
El Mundial puso a Cristiano ante el espejo cruelmente, por lo que no tuvo más remedio que aceptar lo que negó al concluir los octavos frente a Suiza, en la zona mixta de Lusail, después de la primera suplencia en carne viva. La liga saudí era uno de los pocos destinos en los que podía ser lo que, a los 37 años, había dejado de ser. Ni siquiera la protección de los suyos había podido evitar la imagen de un Cristiano en declive, sin la velocidad de antaño, incluso ridículo al reclamar goles que no le pertenecían. Para los Joao Félix o Bruno Fernandes, la nueva generación, sólo quedaba una cosa del ídolo: el egoísmo.
LA PALABRA DE GEORGINA
Si no puedes pasar el listón, sólo hay una forma de evitar la frustración: bajar el listón. «Lleva un año sin sentirse futbolista, por todo lo que pasó en Manchester y lo que ocurrió en el Mundial. En el Al Nassr podrá hacerlo, o eso cree. Es la razón principal de su marcha al equipo saudí», afirman en el entorno del portugués. La crónica de ese año, sin embargo, es la crónica de la desesperación que ha llevado a Cristiano a romper con todo y con todos, y a situarse en una realidad paralela, que es como estar fuera de la realidad, junto a su pareja, Georgina Rodríguez, una ‘influencer’ que hace honor al rol especialmente en su relación con el futbolista.
En el pasado, a un Cristiano en plenitud le molestaba que Irina Shayk le pidiera que le acompañara a actos en los que se promocionaba como modelo. Más de una vez pidió una sala aparte después del photocall y para quedase a solas con su móvil. Ahora existe un interés mutuo, porque al margen de la promoción personal de la argentina, Georgina es la única que le dice lo que necesita escuchar. Durante el Mundial, la ‘influencer’ criticó en redes sociales las suplencias del jugador y, según personas próximas a la pareja, habría sido la instigadora de la amenaza de Cristiano a Fernando Santos de dejar la concentración, posteriormente desmentida por los implicados.
LOS REPROCHES AL REPRESENTANTE
La principal ruptura de Cristiano ha sido con Jorge Mendes, mucho más que un agente para el jugador. Estrella de los estadios y estrella de los despachos, futbolista y representante formaban una especie de unidad de destino que dominaba el ‘showbusiness’ del fútbol, y que encontró su primera falla con los problemas fiscales del jugador. Cristiano le responsabilizó por haber dejado en sus manos la arquitectura societaria. Otro de los reproches era el de no ganar en el Madrid como Leo Messi en el Barcelona. La salida del Bernabéu, forzada por el jugador, giró el reloj de arena de su declive. Ni la Juventus ni el regreso al Manchester United cambiaron una tendencia inexorable, que Cristiano se negaba a aceptar, y de la culpabilizaba a Mendes.
La explosiva entrevista que concedió al ácido periodista Piers Morgan, en la que cargó contra el técnico Erik ten Hag y el club que lo había llevado a la cima, fue el detonante. Cristiano salvó a Alex Ferguson, pero ni siquiera el viejo escocés comprendió sus palabras. «Nadie está por encima del Manchester», es su reflexión. El episodio fue un error capital para Mendes, alguien que conoce muy bien las sensibilidades de los grandes clubes, un punto de no retorno. La élite se había acabado, y no únicamente por la pérdida de condiciones físicas del astro.
TAMBIÉN MESSI Y PIQUÉ
La primera llamada del Al Nassr se había producido cuando todavía Mendes guiaba la carrera de Cristiano, pero entonces sus intereses eran otros. El agente aprovechó su buena relación con Miguel Ángel Gil desde la ‘operación Falcao’ para buscar un destino Champions fuera como fuera. Nada funcionó. Arabia era, pues, la salida de ultramar que inicialmente no quería, pero la única que, al menos, podía colmar la parte del ego que le lleva a decir que es el mejor pagado, aunque ya no sea acompañado de Mendes, para el que pasaron los tiempos de abrir un Vega Sicilia tras otro. Este viaje lo ha hecho Cristiano junto a su compatriota Ricardo Refuge, vinculado en el pasado a la firma Nike, con la que tiene contrato el futbolista.
Sobre las cifras publicitadas, 100 millones de euros por cada una de las dos temporadas, existen dudas en los despachos del fútbol, pero la realidad es que Arabia ha implementado de forma astronómica sus inversiones en deporte, desde el fútbol al Dakar, la Fórmula 1 y el golf. Hace unos años, sus dirigentes se reían de las acciones de Qatar, pero la visibilidad obtenida por el emirato gracias al Mundial ha hecho reaccionar al gigante del Golfo. El fútbol pone los rostros, los reclamos: Cristiano como estrella de su liga y Messi como embajador de turismo del país. Piqué añade los grandes escudos de la heráldica española, de la manita de Luis Rubiales y presidentes que cobran y silban, porque en la ‘Supercueva’ de Alí Babá hay oro para todos. La juventud y el perdón, en otra ventanilla.