España no está exenta de sufrir los coletazos de la ‘burbuja inmobiliaria’ que amenaza a la zona euro
NotMid 03/05/2022
EDITORIAL
La elevada inflación y el deterioro de la economía están conteniendo por momentos un temido calentamiento del mercado inmobiliario en España. Los supervisores europeos ya han alertado a países vecinos como Francia, Alemania, Austria, Suiza, Países Bajos, Croacia, Hungría, Liechtenstein o Eslovaquia de que deben controlar los desequilibrios de sus mercados residenciales porque existe el riesgo de que sean víctimas de la burbuja inmobiliaria que se ha gestado a partir de los confinamientos decretados por la pandemia del covid y la consecuente fiebre de los ciudadanos por comprar casas. De momento, España observa de lejos esa burbuja, pero corre el riesgo de que sus entidades financieras -presentes en el resto de Europa- sufran las consecuencias de una posible debacle del ladrillo en la zona euro. El Banco de España ya alertó de que los desequilibrios inmobiliarios pueden suponer “una fuente de riesgo relevante para el sector bancario español”.
Los niveles de compraventa de viviendas en nuestro país son altos. En 2021 se llegó a registrar el dato más elevado de los últimos 14 años -564.569 operaciones inmobiliarias-, aunque aún no se han alcanzado las cifras de 2008, cuando precisamente una burbuja inmobiliaria hundió nuestra economía durante seis años. La construcción pasó de ser el principal motor económico para situarse en el vagón de cola entre los sectores generadores de riqueza. El peso de esta gran máquina de hacer dinero cayó en picado, pasando de aportar un 10,1% al PIB al 5,7% que registró el año pasado. En la actualidad, no se atisba un escenario como el de 2008: no se conceden hipotecas con la ligereza de hace 15 años -ahora, el ciudadano firma préstamos a tipo fijo, protegiéndose así de las temidas subidas del Euríbor- y los precios están de media un 11% más baratos. Es más, el previsible aumento del precio del dinero está ya moderando las compras.
No obstante, las alertas europeas obligan a ser prudentes, a extremar las precauciones y a aplicar un ajuste de precios tan necesario como imprescindible. Hay que estar vigilantes porque España no está exenta de sufrir los coletazos de la burbuja que sufran otros países de Europa y nuestra banca corre el riesgo de ser una de las grandes perjudicadas. Urge ser previsores y que exista una coordinación entre promotores inmobiliarios, Gobierno y entidades financieras para evitar encadenar una nueva crisis, la del ladrillo.
ElMundo