NotMid 26/05/2024
EDITORIAL
La necesaria transición verde, ligada a los acuerdos y fondos europeos, ha de llevarse a cabo de forma equilibrada y sin asfixiar a la industria. Por desgracia, no es lo que está sucediendo con el impuesto al plástico no reutilizable, que España es el único país de la UE en aplicar y cuyo balance es preocupante: en 2023, primer año en que se impuso, las empresas han pagado un 45% más de lo previsto por el Ejecutivo, hasta los 663 millones de euros, lo que amenaza la competitividad de los sectores afectados, como el alimentario. El afán recaudatorio de la medida y la dificultad de su gestión traban el crecimiento de una industria clave.
Como explicamos hoy en nuestras páginas, el 90% de las empresas no comprenden cómo funciona el impuesto y piden una reforma, y la Dirección General de Tributos ha recibido cientos de consultas que, en muchos casos, no han tenido una respuesta satisfactoria para las compañías. Países que habían propuesto una tasa similar, como Italia, la han retrasado para no perjudicar a su industria, y otros han buscado vías para cumplir los acuerdos sin castigar al sector. Es obvio que España, tan dependiente del turismo, necesita transitar hacia un modelo que no destruya el mar y el medio ambiente, y ello requiere prescindir paulatinamente de los plásticos. Sin embargo, la ideología del Gobierno no puede imponerse por encima de la prudencia y de los grandes acuerdos que cuenten con todos, también con la industria.