Me pregunto cuándo dejaremos de comportarnos como una colonia copiando problemas que no tenemos y que tapan la confrontación de los que sí hay
NotMid 17/07/2022
OPINIÓN
ALOMA RODRÍGUEZ
l Ministerio de Igualdad adelantó la semana pasada el borrador de una nueva ley del aborto donde, entre otras cosas, se incluía las bajas médicas por reglas incapacitantes, baja tras interrupción voluntaria del embarazo, el compromiso de garantizar que las interrupciones se hagan en centros públicos, así como la eliminación del IVA de los productos higiénicos como compresa y tampones. Con respecto al aborto, que se suponía que centraría el interés puesto que da nombre a la ley, no hay grandes modificaciones con respecto a la que había: aunque sea un nueva norma –invalidando así el recurso del PP contra la ley, que lleva varado 12 años en el Constitucional–, de facto supone una vuelta a la ley que aprobó el Gobierno de Zapatero.
Se mantienen los plazos como criterio y se elimina el consentimiento parental en mayores de 16 años. El aborto es una cuestión moral, se enfrentan dos derechos, el de la mujer y el del nonato; la legislación española prima el derecho de la mujer. Pero la resolución del debate moral depende de cada uno, por eso es en cierto modo irresoluble en conjunto, es algo íntimo y que depende de las circunstancias personales de cada mujer. A veces, las posiciones antiabortistas parecen olvidar que el hecho de que el Estado lo permita implica una cierta obligatoriedad.
La legislación existente en España no ponía trabas a la interrupciones voluntarias del embarazo, por eso me ha extrañado la celebración de este proyecto de ley como un avance. De manera un poco cateta nos lo hemos creído, quizá inducidos por la posibilidad de que en Estados Unidos el aborto deje de considerarse un derecho constitucional, dejando así su legislación en manos de cada estado. También quizá mirando por el rabillo hacia Argentina, donde el aborto fue despenalizado hace apenas unos meses. No es el caso de España. Me pregunto cuándo dejaremos de comportarnos como una colonia copiando problemas que no tenemos y que tapan la confrontación de los que sí hay.
El revuelo se ha generado con las bajas por menstruación, aunque creo que es una polémica en parte inventada. En primer lugar, ya es posible solicitar la baja médica por dismenorrea o endometriosis, lo que han llamado reglas incapacitantes. Por otro lado, ¿quién se va a oponer a que alguien enfermo tenga una baja? A fuerza de buscarlo, se encontró quien cuestionara las bajas –pero es que si no, no hay polémica, ni debate, ni tertulia–.
Para terminar de encender las posiciones, además de incluir un verdadero cambio en lo que ya hay, se anunció que en el caso de la baja de tres días por reglas incapacitantes sería remunerada desde el inicio, a diferencia del resto de bajas médicas en las que durante los tres primeros días no se cobra. Ahí sí que se genera un asunto cuestionable, e inexplicable. Es curioso cómo uno de los argumentos que se dan para defender este aspecto de la ley, el de las bajas por regla, es que beneficiará a mujeres precarias, y supongo que esperan que lo creamos.
El asunto de las bajas menstruales y el revuelo me parece un entretenimiento, una batalla más de la polarización. Puestos a hablar de bajas, yo sacaría el asunto de las bajas de los autónomos y de la verdadera división que hay en el mercado laboral y la disparidad de derechos de los trabajadores por cuenta ajena y los trabajadores por cuenta propia, por ejemplo. En cualquier caso, todo este asunto tiene mucho de globo sonda y de vender la piel del oso antes siquiera de haber cargado la escopeta: es un borrador, que habrá de negociarse con el resto de ministerios y, después, ser aprobado en el Congreso. Ese pequeño detalle que a veces se nos olvida.
TheObjective