Por estar en funciones el CGPJ no debería suspender la función legal que le corresponde: poner jueces, que no es lo mismo que legislar, sino mantener en pie la administración de Justicia
NotMid 13/10/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Mientras España estrenaba princesa y recordaba al sol de Madrid, el de Velázquez, la mayor hazaña que nación alguna haya cumplido, nos enterábamos de la última puñalada que los golpistas emboscados en el Tribunal Constitucional asestaban a la ley de leyes que juraron guardar y hacer guardar. Lo señalaba ayer el editorial de EL MUNDO, y es un apósito o morcilla en el auto de la magistrada Balaguer que aborda el recurso de Vox contra una ley infame, la que veta al CGPJ proveer las vacantes de la judicatura por estar en funciones. Sánchez está en funciones y no para, aunque debería estarse quieto mientras no haya investidura. Al revés, por estar en funciones, el CGPJ no debería suspender la función legal que le corresponde: poner jueces; que no es lo mismo que legislar, sino mantener en pie la administración de Justicia.
Pero si grave es ese atropello a la independencia judicial, peor aún es la morcilla, que no tiene nada que ver con el recurso de Vox y que indica al Gobierno la voluntad del TC de aceptar una fechoría tan obscena que imagino que Balaguer se ruborizaría al escribirla. Obsceno es lo que se mantiene fuera de escena, lo que no se debe ver. Y lo de Balaguer es puro exhibicionismo. Recuerda aquella morcilla que De Prada embutió en la sentencia sobre financiación local del PP para convertirla en condena a Rajoy, al que no se juzgaba. Garzón, íntimo de De Prada, apareció en La Sexta al minuto de salir la sentencia señalando justo el párrafo morcillón que luego la Justicia declaró ilegal. Cuando había caído Rajoy.
Desconozco si Balaguer es tan chapucera como Garzón y De Prada, aunque para lo que dice basta la jurisprudencia de un zurupeto a lo Belarra. Propone violar la letra y el espíritu de la Constitución que establece que el CGPJ se forme con el presidente del Supremo y 20 vocales: 12, profesionales de la justicia; cuatro, propuestos por el Congreso; y otros cuatro, por el Senado. Balaguer susurra a Sánchez que el TC vería de lo más constitucional que sólo el Congreso, con mayoría sanchoide, nombrara a los 20 vocales, saltándose el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta. Al salirse tan obscenamente del caso sometido al TC, Balaguer exhibe, como Pumpido, su voluntad de retorcer la ley hasta que no quede ni rastro de su contenido. El golpe, vamos.