Ayer compareció el general jefe de la UME y se reunieron los Gobiernos. Pero no hay todavía una explicación de qué falló
NotMid 05/11/2024
EDITORIAL
Hoy, cuando se cumple una semana de la DANA que arrasó Valencia y causó más de 200 fallecidos, persisten muchas preguntas sobre la gestión previa y posterior a las riadas. La ausencia del Estado ha sido evidente en los lugares más golpeados y ha generado en sus ciudadanos una sensación de abandono que el domingo cristalizó en la tensa visita de los Reyes a Paiporta en compañía de Pedro Sánchez y Carlos Mazón. La comparecencia del general jefe de la UME y las reuniones entre varios ministros y consejeros autonómicos mitigan la imagen de división y falta de mando que exasperaba a los ciudadanos.
Los españoles entienden que en circunstancias extraordinarias las capacidades se desborden y que los efectos de una catástrofe como esta no puedan repararse de forma inmediata. Lo que no comprenden es el vacío de autoridad. El Estado debe estar presente en las localidades más azotadas «en su plenitud», como afirmó Felipe VI, y actuar como un bálsamo para quienes lo han perdido todo. Al fin esa deficiencia ha comenzado a rectificarse. Sin embargo, y más allá incluso de la confusión sobre la cifra oficial de muertos y la terrible incógnita de los desaparecidos, hay aún grandes interrogantes que necesitan ser despejadas.
Transcurridos siete días, no existe una explicación verosímil de por qué la alerta de la Generalitat Valenciana llegó tan tarde a los ciudadanos, superadas las 20 horas. Es cierto que las riadas son un fenómeno muy difícil de anticipar, pero todo indica que la alerta pudo haberse lanzado mucho antes. ¿Qué pasó en aquellas horas? La información que publicamos hoy sugiere severas deficiencias en la gestión que interpelan tanto a la Generalitat como al Gobierno central.
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, asegura que detectó una subida brusca del caudal de la rambla del Poyo -la más mortífera- a las 17 horas. Sin embargo, no hay rastro en las comunicaciones oficiales entre instituciones de que emitiera aviso alguno. Este organismo estatal sólo advirtió de ello a la Generalitat a las 18.43 horas, cuando la situación era crítica. Del análisis de la documentación se deduce que tanto la CHJ como el Gobierno autonómico centraron su atención en los ríos Júcar y Magro en detrimento del barranco, donde se produjo una crecida tan letal.
Esta nueva versión explica algunas de las decisiones tomadas por la Generalitat, pero no la exime de responsabilidades: no es cierto, como dijo Mazón, que la CHJ desactivara las alertas ese día (la administración competente es la suya). Además, este supuesto fallo de comunicación tampoco explica por qué la alerta a la población no llegó hasta una hora y media más tarde.
Es tiempo de atender las urgencias de los afectados y de darles esperanza. Los ciudadanos no han recibido explicación clara sobre qué falló y por qué. La desafección hacia las instituciones es un riesgo cierto que solo se combate con acción coordinada, información veraz y transparencia.