Cuatro presidentes izquierdistas de la región desconocen a la presidenta y los fieles de Castillo luchan en las calles
NotMid 14/12/2022
IBEROAMÉRICA
“Jamás renunciaré y abandonaré esta causa que me ha traído acá. Quisiera exhortar a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional para que depongan las armas y dejen de matar a este pueblo sediento de justicia”. Pedro Castillo sorprendió al país con una proclama rebelde en medio de la audiencia de apelación ante la Corte Suprema del Poder Judicial, realizada de forma virtual, que debe decidir si le mantienen en prisión preventiva por los delitos de rebelión, conspiración, abuso de autoridad y perturbación pública. La Fiscalía ha pedido 18 meses de prisión preventiva.
La soflama de Castillo evidenció que el mandatario destituido ha recuperado el brío perdido durante su fallido golpe de Estado, gracias al doble desafío que en estos momentos enfrenta el Perú: la presión internacional de cuatro presidentes izquierdistas y la ola de violencia en las calles, que ya se ha cobrado la vida de siete manifestantes, dos de ellos menores de edad, y que ha provocado heridas a más de un centenar de policías.
La Patria Grande rompió barreras diplomáticas y límites históricos para apoyar al golpista y para, de forma sorprendente, desconocer a la presidenta Dina Boluarte. A través de un comunicado conjunto, los gobiernos de México, Argentina, Colombia y Bolivia manifestaron que su aliado peruano “fue víctima de un antidemocrático hostigamiento para luego ser objeto de un tratamiento judicial violatorio”. Castillo cuenta desde hace meses con el apadrinamiento político de Andrés Manuel López Obrador, el presidente mexicano, quien asegura que su amigo es víctima del racismo.
Poco importó a los mandatarios que el destituido presidente ordenara sin éxito la disolución del Congreso, la instauración de un gobierno de emergencia, la puesta en marcha de un toque de queda, la detención de la fiscal general y la intervención de tribunales y poderes públicos. En su huida hacia la Embajada de México, donde buscaba asilo, fue detenido por sus propios escoltas.
Con anterioridad, los fiscales peruanos mantenían seis investigaciones abiertas contra Castillo, a quien consideran el líder de un grupo criminal que se dedicaba a sumar sobornos y comisiones de contratas del Estado y otros negocios. Parte de su familia, algunos colaboradores estrechos y diputados corruptos formaban parte de este grupo.
La presidenta Boluarte, ignorada por los cuatro gobiernos de la región, ha presentado una propuesta para adelantar las elecciones generales (presidenciales y parlamentarias) a abril de 2024, aunque en el Parlamento también se baraja una hoja de ruta para que éstas se lleven a cabo el año que viene. En sus últimas declaraciones, la sucesora de Castillo ha insinuado que sería necesario acortar aún más los plazos.
“Lamentable que estos gobiernos respondan a la grave crisis en Perú victimizando a Castillo, quien intentó disolver el Congreso en medio de investigaciones de corrupción. América Latina debe apoyar a Perú defendiendo el estado de Derecho“, criticó Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch (HRW).
En declaraciones posteriores, López Obrador rechazó las acusaciones de “injerecismo” lanzadas desde Lima, pero exigió reconocer a Castillo con el argumento de que el abanderado del partido marxista leninista Perú Libre (PL) ganó las elecciones. Las relaciones entres ambos países se han puesto “en pausa”, ordenó el líder populista, lo que conlleva que su embajador se mantenga en Lima, al menos de momento.
“Es un comunicado francamente chocante y sin precedentes”, advierte el internacionalista Alonso Gurmendi. “En América Latina, tierra de la Doctrina Estrada, el no reconocimiento de gobiernos es una medida extrema. El caso de Juan Guaidó (presidente encargado de Venezuela) así lo demostró, empujando los límites de la región al extremo porque había un presidente cometiendo delitos de lesa humanidad y que carecía de toda legitimidad democrática, como Maduro.
El reconocimiento de Guaidó fue una medida desesperada para encontrar a alguien con legitimidad democrática y hacerlo, incluso en esas circunstancias, casi partió en dos a la región. Imagina ahora en esencia hacer lo mismo: decir que Boluarte no es la presidenta correcta para Perú, pero no porque sea una dictadora, sino la sucesora legítima de la democracia peruana. Más bien al que se quiere reconocer es a quien hizo un golpe de Estado y perdió legitimidad democrática”, redondea Gurmendi.
El apoyo internacional ha dado alas a quienes luchan en la calle para conseguir la libertad de Castillo. En la región de Apurímac han muerto hasta ahora seis jóvenes, más otro en Arequipa, tras la toma violenta de dos aeropuertos, asaltos a edificios públicos y enfrentamientos muy fuertes con la Policía, durante los cuales 15 agentes resultaron heridos por un artefacto explosivo.
Al menos cinco de los siete muertos recibieron balazos en sus cuerpos. Amnistía Internacional, a través de Erica Guevara Rosas, su directora para América, ha alertado ante la “represión estatal contra los manifestantes, que sólo está profundizando la crisis”.
Los manifestantes también atacaron sedes de América TV y Panamericana TV, emisoras peruanas a las que consideran sus enemigas. Mientras, los paros indefinidos y el cierre de las escuelas en seis regiones se suceden. El aeródromo de Cusco, uno de los más importantes del país por su cercanía con el Machu Picchu, también se mantiene cerrado para resguardarle de las protestas.
Los castillistas insistieron con su acoso a la sede de la Fiscalía en Lima, que asaltaron con violencia. Posteriormente se vivieron escenas graves de violencia, con manifestantes heridos al recibir los disparos de canicas de cristal y de las bombas lacrimógenas.
“Perú sufre un doble desafío al Estado, pero internamente se producirán respuestas institucionales y las Fuerzas Armadas están con el nuevo gobierno. También se producirá una respuesta diplomática”, adelanta para la analista Maite Vizcarra.
Una respuesta diplomática muy comedida de momento, pese a que “el comunicado de los cuatro países sólo exacerba las protestas. Los estados amigos normalmente llaman a la calma y piden diálogo, no echan leña al fuego de otro país, mientras este se quema”, concluye Gurmendi.
Agencias