NotMid 13/10/2022
EDITORIAL
El intento de Vladimir Putin de obligar a la población civil ucraniana a enfrentarse al gélido invierno sin fuentes de energía es una nueva estrategia que, a modo de arma no convencional, también tiene como objetivo el exterminio indiscriminado de los ucranianos. De ahí, según los analistas, el reciente despliegue de bombardeos con misiles guiados contra amplias zonas del país, incluida Kiev, territorios cercanos a Polonia y localizaciones que no habían sido aún objetivos de guerra, con el fin de paralizar las infraestructuras energéticas.
Se justifica así la llamada urgente del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para que las 50 naciones que hasta el momento han contribuido a la defensa del país se comprometan al envío de baterías antiaéreas con el fin de blindar el cielo de Ucrania contra los proyectiles con los que Rusia ataca ahora desde nuevos enclaves. Ayer mismo, se publicaron imágenes de la llegada de la primera batería antiaérea IRIS-T, el sistema más moderno de Europa. Sólo el compromiso de Occidente con la cesión de sofisticado armamento de interceptación de misiles es garantía de que el tirano ruso no logrará su objetivo de someter a un apagón energético total al país, pues también Moscú acusa el desgaste de sus recursos y se está viendo obligada a utilizar armamento de la Guerra Fría.