Lavrov informa a su homólogo chino sobre el progreso de la operación militar
NotMid 31/03/2022
ASIA
Hace un par de semanas, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, negó una información publicada por el periódico alemán Bild, que aseguraba que se había subido en un avión rumbo a Pekín para reunirse con su homólogo chino. En cambio, justo cuando sobrevolaba Novosibirsk, una ciudad en Siberia, el avión dio media vuelta repentinamente y regresó a Moscú. Un supuesto cambio de planes empujado por la reticencia a última hora de China, que vio que no era el mejor momento para compartir mesa con su socio ruso en medio de las sanciones de Occidente contra Putin y en la víspera de una videollamada entre Xi Jinping y Joe Biden.
Lavrov, finalmente, aterrizó este miércoles en China. No fue en Pekín, sino en la ciudad de Huangshan, en la montañosa provincia de Anhui. Allí fue recibido por un grupo de funcionarios chinos engalanados con trajes EPI y trasladado hasta la vecina localidad de Tunxi, reconvertida en la última ciudad burbuja china para recibir a políticos extranjeros en mitad de la peor ola de Covid desde los primeros días de la pandemia.
En Tunxi, que está lo suficientemente lejos de los actuales brotes y del centro político del país, recibió a Lavrov el ministro de Exteriores chino, Wang Yi. Tras la reunión, desde el Kremlin anunciaron que ambos ministros condenaban las «sanciones occidentales ilegales y contraproducentes impuestas a Moscú por su acción en Ucrania».
El comunicado ruso enfatizó en que Rusia y China continuarán fortaleciendo su asociación estratégica y hablarán sobre asuntos globales «con una voz unida». Moscú busca el apoyo de su mayor socio comercial para protegerse de la lluvia de sanciones internacionales. Hasta ahora, Pekín había mantenido una posición ambigua. No soltaba la mano a Putin, pero trataba de no arrimarse demasiado. Los movimientos no han cambiado, pero sí la narrativa que usan los líderes chinos, cada vez más cercana a la línea rusa.
«Los ministros tuvieron un minucioso intercambio de puntos de vista sobre la situación en torno a Ucrania. Lavrov informó a su homólogo chino sobre el progreso de la operación militar especial y la dinámica del proceso de negociación con el régimen de Kiev», continuaba el escrito publicado por el Kremlin.
Por la parte china, Wang añadió que las relaciones entre ambos países habían «resistido la prueba de la turbulencia internacional» y que había una mayor voluntad de desarrollar relaciones que habían «crecido con resiliencia».
La llegada del ministro ruso se enmarca en una serie de reuniones organizadas por China con varios países para discutir la situación en Afganistán y «brindar apoyo humanitario y socioeconómico» al país vecino, ahora gobernado por los talibán, que también están invitados a sentarse en la mesa de Tunxi. Asistirán funcionarios de Irán, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Qatar e Indonesia. Según Pekín, se espera también la participación de diplomáticos de Estados Unidos.
PRIMERA VISITA DESDE EL INICIO DE LA GUERRA
Muchos movimientos estos días en una remota y desconocida ciudad al este de China. Pero la atención se centra en la primera visita de Lavrov a China desde que comenzara la guerra. La última vez que pisó el país asiático fue para acompañar a Putin a Pekín cuando China y Rusia celebraron su asociación estratégica «sin límites», justo al comienzo de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Lavrov y su colega chino Wang mantienen una estrecha relación desde hace tiempo. El año pasado, en otra visita del ruso al sur de China, ya habló de que la amistad entre ambos países nunca había sido tan sólida. «No importa cuán caótico sea el mundo, la amistad entre China y Rusia no será sacudida», dijo en una comparecencia junto a Wang. El lunes, antes de la reunión en Tunxi, Lavrov volvió a incidir en que las relaciones de Rusia con China estaban «en su nivel más fuerte».
Más de un mes después del comienzo de la guerra en Ucrania, los líderes chinos siguen poniéndose de perfil para no condenar la invasión rusa. En Pekín continúan los malabarismos diplomáticos hacia fuera, presentándose ante Europa como un socio que puede echar una mano en la mediación para lograr el alto al fuego. Eso le aseguró Wang a Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea (UE), durante una reunión virtual el martes. «China, a su manera, ha estado presionando para que se enfríe la situación y con la esperanza de lograr la paz en una fecha próxima», señaló Wang según la lectura china de la conversación.
Pero desde Pekín no dejan de repetir a diario que comparten las «preocupaciones legítimas de seguridad» de Moscú con respecto a la expansión de la OTAN hacia Europa del Este, y acusan a Estados Unidos de intensificar las tensiones. La segunda potencia mundial insiste en su crítica hacia las sanciones occidentales y siempre está entre el puñado de países que se abstienen repetidamente de las resoluciones de la ONU que condenan el ataque de Rusia.
«No hay límite para la cooperación entre China y Rusia, no hay límite para nuestros esfuerzos por lograr la paz, salvaguardar la seguridad y oponerse a la hegemonía», dijo un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
El canciller Sergei Lavrov estará en China hasta el próximo viernes, cuando tiene previsto viajar hasta Nueva Delhi. En India, el presidente Vladimir Putin ha encontrado hasta ahora a su mayor aliado contra las sanciones económicas impuestas por Occidente. El país del Sur de Asia, al igual que China, ha esquivado hasta el momento condenar la invasión rusa.
Se espera que el ministro de Exteriores ruso y los funcionarios del Gobierno indio discutan la venta de petróleo crudo ruso a la India y también elaboren un método de pago denominado en rupias-rublos para el petróleo. La semana pasada, Nueva Delhi acordó comprar hasta tres millones y medio de barriles de petróleo ruso con un gran descuento. También estaría explorando las formas posibles para saltarse las sanciones económicas y mantener el comercio con Rusia mediante la reactivación de un viejo acuerdo de transacciones en rupias y rublos. Esto permitiría a las empresas de ambos países hacer negocios en sus monedas respectivas evitando usar dólares estadounidenses y reduciendo de esta manera el riesgo de posibles sanciones de Washington.
Lucas De La Cal