Producía vergüenza ajena verla presumir de su enorme esfuerzo intelectual, que no le alcanzó para hacer una carrera
NotMid 15/11/2024
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Begoña Gómez comparte con su marido una profunda aversión al esfuerzo académico, puerta de la educación, y una fatuidad tan ostentosa como inverosímil. Su aparición entre dos nutridas escoltas, la de Interior y la de los partidos políticos del Gobierno, en la Asamblea de Madrid -estos últimos compitiendo en servilismo a sus pies- dejó claro que el Ama de la Moncloa se niega a colaborar con la Justicia. Sin embargo, no renuncia a insultar a quienes denuncian, con fundamento, sus presuntos delitos; no contesta a las preguntas, pero ataca a los que se las hacen; se proclama agredida, pero agrede primero; y se calla después de insultar a los que preguntan. Vamos, que Begoña es de la misma condición que su compañero de colchón.
También suscribe el argumentario arrojadizo de la oficina conyugal: los que le imputan irregularidades sólo propagan bulos y la verdad se impondrá más tarde o más temprano. Sin embargo, se negó a desmentir los supuestos bulos de la diputada Zarzalejo, nada menos que 25 en otras tantas preguntas; y fio a una mágica instancia extrajudicial la proclamación de su inocencia y el descrédito de sus calumniadores. No tendrá mejor ocasión que la de una Asamblea de Madrid con la claque de socialistas y comunistas alborotando el gallinero, y dispuesta a ovacionar cualquier frase que saliera de su boca. No salió ninguna, y por una sólida razón: su única defensa es callar.
Junto a los insultos previos a las preguntas, Begoña no dudó en elogiarse a sí misma, precaución razonable porque, con un currículo que se limita al bachiller, no podía glosar sus méritos el rector que, tras pasar por Moncloa, le regaló una cátedra de astucias pillafondos; y menos aún la interventora, quien acreditó el tozudo incumplimiento de los reglamentos y demás trámites legales de la Complutense. Producía vergüenza ajena verla presumir de su enorme esfuerzo intelectual, que no le alcanzó para hacer una carrera; y de su función docente, que se resume en que no podía ser alumna de los cursos que impartía. Y es que para cursar un máster es preciso un título superior, del que carece. Pudo apuntarse a la universidad de mayores, pero prefirió cobrar por la venta de humo, toda esa palabrería sosteneibol que retrata a los que la emiten tanto como a los que pagan por copiarla.
En resumen, que Begoña tiene una gran opinión de Begoña. Me parece injustificada.