El clima de tensión política, al alza en el continente, amenaza los valores europeos a tres semanas de las próximas elecciones
NotMid 17/05/2024
EDITORIAL
El intento de asesinato del primer ministro eslovaco, Robert Fico, representa un ataque magnicida sin precedentes en la Europa de las últimas décadas, y se produce en un momento especialmente delicado, a solo tres semanas de unas elecciones parlamentarias marcadas por dos guerras y una preocupante polarización política. Enfrentado a la Unión Europea por su apoyo a Putin y sus políticas iliberales, Fico es una de las figuras más divisivas del continente. Según las autoridades del país, el ataque tenía «motivaciones políticas», aunque la información fiable es todavía escasa.
El temor de las instituciones europeas, que han condenado con firmeza el atentado, es que pueda iniciarse una espiral de violencia que complique aún más el escenario electoral. Con las guerras de Ucrania y Gaza, los agricultores en plena oleada de protestas, una creciente preocupación por la seguridad y la inmigración, y la extrema derecha en auge, la situación es inquietante. También porque la maquinaria de propaganda rusa aprovecha cualquier excusa para intentar desestabilizar a las democracias europeas, presentándolas como países débiles y tensionados.
El intento de magnicidio es un síntoma extremo del clima de polarización que, alentado por muchos gobernantes, recorre Europa, y que resulta especialmente asfixiante en Eslovaquia. El país ya vivió en 2018 el asesinato de un periodista crítico y su prometida, un ataque que precisamente obligó a Fico a dimitir. El temor de muchos periodistas es que el Gobierno intensifique ahora sus ataques a la prensa, ya muy amenazada. De hecho, miembros del Ejecutivo y del partido de Fico han culpado del atentado a la oposición y a la prensa. Todo ello en un contexto que ya había hecho saltar las alarmas de la UE. Junto a burdos ataques a la libertad de expresión, como la pretensión de tomar el control ilimitado de la radiotelevisión pública, el Gobierno eslovaco ha impulsado una reforma del Código Penal para rebajar las penas por corrupción -cuya sombra planea sobre Fico- y para limitar en el tiempo la posibilidad de denunciar violaciones. El Tribunal Constitucional eslovaco tumbó en febrero gran parte de esta reforma.
Fico ganó las elecciones en octubre. Su discurso antieuropeo, antinmigración y contrario a los derechos LGTBIQ+ -que contradice su pasado socialdemócrata- ha calado en un país con afinidades prorrusas. Sin embargo, la Hungría de Orban o el nuevo Gobierno de los Países Bajos muestran que Eslovaquia no es un caso aislado.
Europa afronta unas elecciones existenciales para su futuro. Por eso es imprescindible que este difícil contexto se convierta en una oportunidad para avanzar en la cohesión y redoblar la defensa de los valores europeos frente a la amenaza iliberal y expansionista de la Rusia de Putin.