Que el BCE haya cumplido con el guión establecido, como esperaban los mercados, no resta potencia a los efectos de la bomba monetaria. Se trata de garantizar la estabilidad de precios, pero a qué coste
NotMid 28/10/2022
EDITORIAL
La histórica y esperada subida de tipos anunciada ayer por el Banco Central Europeo (BCE) tendrá un impacto trascendental a todos los niveles económicos, desde el aspecto macro hasta el que afecta a las finanzas más básicas de las familias. La autoridad monetaria ha situado los tipos en su nivel más elevado desde 2009, y ello pese al enorme riesgo de recesión que planea sobre la zona euro y a que, como ha admitido la propia presidenta de la institución, Christine Lagarde, puede destruir empleo en el futuro. Con la inflación fuera de control -en el 9,9% en septiembre, cinco veces por encima de lo recomendable-, el BCE continúa así con la política de enfriamiento de la economía que arrancó este verano. No hay que olvidar que estos movimientos se producen después de haber facilitado durante una década entera el crédito fácil y el dinero barato, incluso en épocas de bonanza en las que el BCE ha podido controlar con mayor celo los estímulos.
La nueva restricción monetaria -sumada a la de septiembre- sitúa el nivel del dinero en su precio más alto desde el inicio del crack de 2008. A consecuencia de la escalada inflacionista, el BCE ha precipitado esta política de incremento de tipos, y lo ha hecho cuando más débiles están las familias y las empresas: con una crisis energética sin fin y los precios desbocados, ahora les esperan hipotecas más caras y préstamos más duros. La nueva subida del 0,75% se traduce en que el tipo de interés para las operaciones de refinanciación del BCE se situará en el 2%; la tasa de depósito, en el 1,50% y la de facilidad de préstamo, en el 2,25%. El precio medio de las hipotecas podría dispararse un 30% y, como publicamos hoy, las nuevas exigencias expulsarán del mercado inmobiliario a un 20% de los compradores potenciales de vivienda.
Que el BCE haya cumplido con el guion establecido, como esperaban los mercados, no resta potencia a los efectos de la bomba monetaria. Se trata de garantizar la estabilidad de precios, pero a qué coste. El motor comunitario, Alemania, entrará en recesión en 2023 por la crisis del gas. Y habrá contagio. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha confirmado esta semana que España caerá en recesión técnica en el primer trimestre del próximo año y ayer conocimos los últimos datos de la EPA: el paro sube en 60.800 personas en el tercer trimestre y roza los 3 millones cuando lo habitual es que en plena temporada alta turística el paro baje. El horizonte es aciago. Controlar la inflación es imprescindible, pero está por ver hasta qué punto las medidas van a repercutir en el crecimiento económico: el ciudadano con créditos va a sufrir, se prevé una bajada del consumo y una ralentización productiva.