La voladura de la presa impedirá cualquier plan de Kiev de realizar una ofensiva cruzando el río Dnipro al convertirlo en una gigantesca zona pantanosa
NotMid 06/06/2023
MUNDO
La voladura de la presa de Nova Kajovka devuelve la “guerra hídrica” a Ucrania, o sea, el uso del agua como arma. Desde luego, si a alguien beneficia ahora, aunque ya veremos si a largo plazo, es a Rusia. Además, eran las tropas de Moscú las que tenían colocadas las cargas, no las ucranianas, que no han vuelto a poder atravesarla desde que los rusos se retiraron de la orilla derecha del río Dnipro. La voladura de la presa de Nova Kajovka supondrá un desastre ecológico y provocará la huída de los pocos civiles, sometidos a diario a bombardeos sangrientos, que aún vivían en la zona baja del río Dnipro por la inundación. El agua devastará un territorio enorme, donde desaparecerán comarcas llenas de plantaciones y morirán miles de animales.
Desde hace meses la detonación de la presa era una posibilidad tangible. Los movimientos de Moscú al oeste del río Dnipro (Dnieper, en ruso) con una deportación de la población masiva al otro lado del río, sugerían que algo así iba a pasar. Ahora, esta voladura trae consigo una serie de consecuencias evidentes:
La primera, de carácter militar, es que las zonas bajas del río quedarán anegadas. Eso significa que cualquier plan de Ucrania de tratar de cruzarlo, hacia la península de Crimea, queda muy comprometido. Esa, y no otra, es la principal razón de esta voladura. No se puede realizar ninguna ofensiva seria en un terreno tan pantanoso. Es el agua como gran barrera defensiva. Los rusos saben ahora que las tropas de Kiev tendrán mucho más difícil cualquier maniobra desde Jersón hacia el otro lado del río y podrá desviar defensas a otros puntos críticos. La vía directa entre las posiciones ucranianas en la orilla derecha y Crimea era la más corta (64 kilómetros) pero también la más arriesgada, ya que el cruce de un río, y más uno tan caudaloso, es de las maniobras más complicadas para cualquier ejército. En estas circunstancias resulta aún más complicado. Además, Rusia consigue desviar la atención, al menos durante unos días, de sus malas vibraciones en el campo de batalla con los primeros pasos de la contraofensiva ucraniana.
La segunda, es de carácter energético. La presa es clave para mantener el agua embalsada que refrigera la planta nuclear de Zaporiyia, en manos rusas desde los primeros compases de la invasión. Ese nivel de agua bajaba esta mañana a toda velocidad y ponía en peligro la seguridad de los reactores, aunque desde la central se aseguraba que, al menos de momento, la situación estaba bajo control, ya que ahora mismo su actividad energética está desconectada y el riesgo es más bajo.
La tercera consecuencia es sobre el control de los recursos. La voladura acabará con el suministro de agua hacia Crimea que iba a través de un canal de agua dulce. La península siempre ha sufrido problemas de suministro de agua y esta acción militar los devolverá en pleno verano. Es una estrategia de tierra quemada con los civiles, aunque en este caso sean los civiles rusos, tan sacrificables para el Kremlin como los ucranianos.
OLA DE VARIOS METROS
Fuentes de inteligencia ucranianas aseguraron ya hace meses que los rusos habían minado la presa con suficiente explosivo para volarla y crear un tsunami fluvial con una ola de más de cinco metros de altura que inundaría más de 80 localidades y que tendría potencial para matar a miles de personas. El Gobierno de Kiev esperaba desde entonces un ataque de falsa bandera, es decir, que Rusia reventara la presa y acusara a Ucrania de hacerlo.
El ISW (Instituto de Estudios de la Guerra) advirtió entonces de que “Rusia continúa preparando un escenario de ataque de falsa bandera en la planta hidroeléctrica de Nova Kajovka. Dieciocho millones de metros cúbicos de agua que causarían una inundación masiva y rápida de pueblos y ciudades a lo largo del río Dnipro”. Para intentar evitarlo, Zelenski pidió “una misión internacional de observadores” que prevengan “esta potencial catástrofe”. Viendo los resultados, nada de esto se hizo.
No es la primera vez que se usa esta “guerra hidráulica” en un conflicto y ni siquiera es la primera vez que se utiliza en esta invasión. El ejército ucraniano rompió las represas del río Dnipro pero al norte de Kiev, lo que inundó determinadas zonas por las que trataban de avanzar los rusos. No supuso un desastre natural porque las dimensiones de estas inundaciones fueron limitadas, pero sí supusieron cierta ventaja defensiva.
Pero quizá el ejemplo de guerra hidráulica más conocido de la historia reciente sea la “Operación Castigo” de la RAF contra la Alemania nazi. Varios bombarderos Lancaster, volando muy bajo y armados con unas bombas “saltarinas” que rebotaban en el agua consiguieron destruir tres pequeñas presas en el Ruhr e inundar varias zonas fabriles del Tercer Reich.
Agencias