La Monarquía española debe recuperar presencia y algún tipo de liderazgo en la América hermana
NotMid 29/12/2022
OPINIÓN
EDUARDO ÁLVAREZ
No han tardado en ser respondidos quienes desde banderías bien opuestas se desgañitaban hace menos de una semana cuestionando para qué tenemos rey. Tanto da si Felipe VI ha tenido mucho, poco o nada que ver de un modo directo con el desatasco del Constitucional. Lo que es incuestionable es que su Mensaje del 24, el mejor Discurso de Navidad desde que asumió el trono en 2014, tuvo la contundencia necesaria para que permeara lo suficiente la advertencia de que esta España institucional averiada corre serio peligro de deslizarse por la ignota pendiente iliberal. Que eso lo diga el Jefe de todos, con semblante severo y sin medias tintas, claro que cala. Y que a partir de ahí se reactivara la maquinaria y unos y otros pusieran de su parte para terminar con el bloqueo en un tribunal de garantías que no podía seguir sumando más paletadas de desprestigio, algún tanto le permite atribuirse al titular de la Corona.
Sin injerencias políticas y sin imposibles tomas de partido, el Rey a lo suyo, que es reinar. En Nochebuena cantó las cuarenta, como tocaba, con la auctoritas que le permite haber elevado el listón de la ejemplaridad predicando él mismo con el ejemplo. Que su padre no se está comiendo los turrones en Abu Dabi por nada.
Bien acaba el año el Rey. Su objetivo ahora es no empezarlo peor. Y este mismo fin de semana, en cuanto suenen las campanadas, volará a la región del planeta que más quebraderos de cabeza le está dando a la institución que encarna. Es de suponer que Lula no aprovechará la presencia del Monarca en su toma de posesión para arremeter contra el pasado colonial y la madrastra España como hacen ahora todos los nuevos presidentes latinoamericanos. En todo caso, que el brasileño cargue contra el mandatario portugués, que también lo tendrá delante. Pero Don Felipe compartirá el domingo mesa y mantel con muchos de los dirigentes de la órbita bolivariana que han encontrado en el agravio histórico un búnker y en el revisionismo un relato provechoso. Por suerte para nuestro paciente Rey parece que no se topará al menos en Brasilia con los más maleducados, el venezolano Maduro y AMLO, el mexicano.
Es delicada la situación. Lo que nos está pasando como país al otro lado del charco refleja muchas cosas, incluido un fracaso de la política exterior para Latinoamérica de los últimos gobiernos, iniciado con la desidia de Rajoy y continuado con el adanismo de Sánchez. Pero también es mucho más que una china en el zapato del Rey. La propia Constitución le atribuye un protagonismo especial en nuestras relaciones con Latinoamérica que Don Felipe todavía no ha sabido -o no le dejan en Moncloa- explorar, más allá de su asistencia a sucesivas tomas de mando protocolarias en las que se ha acostumbrado a poner la mejilla. La Monarquía española debe recuperar presencia y algún tipo de liderazgo en la América hermana. Lo del TC también parecía imposible. Y mira.