El sanchismo es una peculiar escuela filosófica que vuelve cínicos a los propios, estoicos a los ajenos y epicúreos a los separatistas
NotMid 26/09/2023
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Dicen que al PP le sorprendió su propia capacidad de convocatoria en la calle y es natural, porque viene del amargo ajuste de expectativas de julio. Por eso los tácticos del partido dudaron de la oportunidad de la concentración y por eso, a la vista del resultado, en adelante debieran creer más en la justicia de su causa y menos en los gurús del pizarrín. Seguramente fue Ayuso la única que no se sorprendió del gentío congregado porque acostumbra a poner las convicciones por delante de las expectativas y no al revés.
Los manuales de autoayuda personal y política predican la gestión de expectativas como si no hubiera existido Marco Aurelio. Antes que él cínicos, estoicos y epicúreos prescribieron la ataraxia -la imperturbabilidad- para precaverse de la frustración inherente al deseo y garantizarse un pasar sereno por este mundo. El Atleti no espera ganar la Champions y por eso es feliz ganando un derbi. La afición del Madrid está infestada de eternos insatisfechos porque esperan ganar todo cada año: el madridismo es una descabellada refutación del estoicismo. El sanchismo, por su parte, es una peculiar escuela filosófica que vuelve cínicos a los propios, estoicos a los ajenos y epicúreos a los separatistas.
Sánchez no solo ha reeducado las expectativas de la izquierda sino también las de la derecha. Cuando se presenta la contradicción doctrinal, los sanchistas reaccionan como beatas galdosianas y musitan que doctores tiene la iglesia pedrista -iglesia de un solo doctor, aunque se doctorase de aquella manera- que sabrán lo que les conviene mejor que sus propios ojos. En la derecha Sánchez ha inoculado la misma superstición de infalibilidad, solo que tenida por diabólica y no por santa. A los separatistas, en cambio, Sánchez no ha logrado reeducarlos porque han sido ellos quienes lo han reeducado a él para que sus expectativas privilegiadas se cumplan siempre.
También los periodistas han sido enrolados en la idolatría del criterio aritmético. Juzgan las decisiones de Sánchez no por sus efectos de división social, estancamiento económico y erosión institucional, sino en función de que terminen sirviendo para que el decisionista duerma un día más en La Moncloa.
Para impugnar el sovietismo Václav Havel describió su técnica maquiavélica de poder amoral, «mantenido por la omnipresencia de una ficción ideológica capaz de legitimar no importa qué sin preocuparse jamás de la verdad». Por eso derogar el sanchismo significa también sustituir la tiranía de la expectativa táctica por la construcción paciente de la esperanza.