Todo vale para seguir en la guerra de lanzamiento mutuo de basura
NotMid 07/04/2024
OPINIÓN
MARISA RUÍZ
Enfilamos la primavera que todo lo altera y en los círculos políticos se empeñan en hundirse en un clima tóxico, envenenado por presuntas o confirmadas corruptelas, presentes o pasadas, propias o de allegados. Da igual, todo vale para seguir en la guerra de lanzamiento mutuo de basura. Una batalla que se recrudece a medida que nos adentramos, una tras otra, en las tres citas electorales que tenemos marcadas en el calendario.
Quien quiera comprobar en qué consiste un ambiente venenoso, no provocado precisamente por el cambio climático, no tiene más que conectarse a los debates del Congreso o a los del Senado. Verá lo que es bueno. Mamporros de lo lindo como si se tratara del viejo Campo del Gas. Unos y otros compitiendo por ver quién consigue hundir más rejonazos en el lomo del contrario.
Todo se reduce a un cruce desabrido de acusaciones, insultos, datos incomprobables, chulerías, argumentarios y demagogia a toneladas, ahora aderezado por el inicio de las campañas que tenemos por delante y que ya han empezado a sembrar discordia añadida incluso entre los que hasta ayer se consideraban miembros de un mismo bloque, ese que se ha dado en llamar «de investidura» y que empieza a diluirse ante la visión de las urnas.
Que la política en España no pasa por un buen momento es cosa innegable. Que en situaciones así los ventiladores funcionan a toda pastilla, también. Que las venas se hinchan y se cometen errores imperdonables ya no pilla por sorpresa a nadie. Tampoco que en tiempos revueltos los políticos pierdan no sólo la vergüenza sino hasta la comprensión lectora, y no duden en tratar de infundir en los demás su ignorancia estratosférica, que a veces no es tal, sino sólo manipulación o mala fe.
Pongo un ejemplo: el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, un hombre inteligente, sentencia sin rubor en una entrevista que la soberanía nacional, atención, reside en el Congreso. Apenas unos días después, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, repite y agranda el disparate y se queda tan ancha. Lo recalca ante los periodistas, justo después de que su compañero, el notario mayor, recomendara «leer más para saber de lo que se habla».
¡Ay! Convendría que todos se aplicaran el cuento. Para estrenar las clases de lectura sería bueno comenzar por la Constitución, esa que dicen defender, pero que a la postre no dudan en obviar e incluso pisotear cuando mejor les cuadra.
De hacerlo, tanto el ministro de la Presidencia como su compañera de Hacienda comprobarían que no, que la soberanía nacional no reside en el Congreso, sino en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Y que, esto sí, las Cortes Generales representan a los españoles y están formadas por el Congreso de los Diputados y -por favor, no lo olviden, que es de primero de Derecho y de Políticas- por el Senado.
Ya sé que al Gobierno esto último no le gusta porque la Cámara Alta está dominada por el Partido Popular. De la misma manera que al PP no le gusta lo que se cuece en la Baja porque está controlada por el PSOE y sus socios independentistas y nacionalistas. Y, oiga, digan lo que digan unos u otros, ambas mayorías son legítimas.
Tras Bolaños y Montero entra en escena el ministro de Transportes, Óscar Puente. A diferencia de sus compañeros, él sí trae la lección aprendida y apunta que la soberanía está representada en las Cortes, esto es, Congreso y Senado. No en uno más y en otro menos, por mucho que en la tramitación legislativa la voz cantante la lleve el primero. Y al hilo del debate sobre la amnistía, señala: «La opinión representada en las Cámaras es la que vale». Todo correcto, si no fuera porque con esta última frase el ministro intentaba demostrar que, aunque la calle esté en contra de la dichosa medida de gracia, como apuntan todos los sondeos, la mayoría que ha fraguado Sánchez es la que se lleva el gato al agua.
Sin embargo, fíjense por dónde, partiendo de que tanto Congreso como Senado representan a los españoles, viene bien tener en cuenta que de los 616 diputados y senadores, 320 pertenecen a grupos que rechazan de plano la amnistía y lo demuestran votando en su contra. Esto es exactamente el 51,7% de las Cortes. Si no me equivoco, la mayoría. Alguno dirá que pelada, bueno, pero mayoría, al fin y al cabo, que habla en nombre de los ciudadanos.
Además de leer, no estaría fuera de lugar repasar el cálculo matemático y reflexionar, que luego los resultados del informe Pisa nos sacan los colores con toda razón, y señalamos a los niños.